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30 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XLII)

- Me gradué como primer bachiller. A pesar de los compañeros que "en secreto" me hacían la competencia, el día de la graduación fui abanderado y ese día sí pudieron darse cuenta de mi trabajo todos los asistentes, a diferencia del seminario.

- Recuerdo mucho el día en que ví que uno de los novios que tuvo Lucky llevaba un arreglo de globos para ella. Era para celebrar un aniversario. No entendía por qué había sido su novia, yo era más guapo.

- Luz también fue maestra de ceremonias de su seminario. Incluso en esa ocasión se notaba que todavía tenía mucha inclinación por su exnovio. Yo asistí al seminario, y obviamente fue exasperante verla comportarse de ese modo.

- El compañero más alto de nuestra clase se llamaba Wagner y medía más de 1.80. Se hizo novio de la compañera más pequeña de cuarto bachillerato, que andaría por el 1.50.

- A Luz le gustaba que yo le cantara la canción Ironic de Alanis Morissette. Yo no me sabía en absoluto la letra, y ella lo sabía. Sólo le gustaba cómo yo "cantaba" algo parecido a la verdadera letra de la canción.

- No recuerdo si ya lo mencioné, pero una vez caminábamos con Lucky y ella me decía que nunca se iba a separar de mí. Ahora esas palabras hacen palpitar fuerte mi corazón, pero en esa época le dije que yo iba a hacer que se alejara de mí (no a propósito). Y resultó ser cierto.

- Fuimos con un compañero a un concurso de programación. Me sirvió para darme cuenta de que yo en realidad era un tuerto en país de ciegos. Y no por la capacidad, sino más bien por la preparación. Sin embargo, no le puedo echar toda la culpa a mis maestros, si yo hubiera tenido más voluntad hubiera aprendido más de lo que aprendí por mi cuenta.

27 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XLI)

El baile me volvió un poco popular. Al menos esa impresión me da, puesto que un tiempo después del concurso en el que participé. también otras dos niñas de segundo básico se me acercaron. Recuerdo que una de las cosas que me preguntaron en las primeras conversaciones que tuvimos fue si era yo quien había participado en tal concurso de baile con tal niña de primero básico. Para mí no tenían la menor importancia, y en esa época no entendía el significado que tenían sus acercamientos. Tuve que cumplir 29 años para comprender que todo en el mundo significa algo, y que hay que aprender a leer los significados.

Hablaban conmigo de vez en cuando, me buscaban. A mí la que me interesaba era la hermana mayor de una de ella, que estudiaba en tercero básico. De hecho, una vez la invité a salir pero no funcionó. La otra niña, en retrospectiva me doy cuenta de que tenía interés en mí. Y debo aceptar que era agradable, agradable su conversación y que sí era bonita. Pero en aquella época yo estaba en Quinto Bachillerato, ya casi me graduaría y ella apenas era una niña de segundo básico. Así pensaba en aquella época. La vida es irónica y todos deberíamos nacer con el sentido común más desarrollado. O al menos los padres deberíamos estar entrenados para desarrollarlo mejor en nuestros hijos.

Muchos años más tarde, cuando yo tenía 25, me volví a encontrar con ella. Tardé un tiempo en reconocerla, pero por deficiencia de memoria, no porque haya cambiado mucho. Me di cuenta de que era hermosa, tenía unos 22 años, estaba en la universidad y provenía de una "buena familia", por así decirlo. Además, estaba estudiando alemnán igual que yo, por esa razón me la encontré. Caí en la cuenta de que pude haber sido pareja de ella, que a esas alturas de mi vida sería pareja de una excelente mujer, y que por no saber ver el futuro cuando tenía 17, me perdí de algo que me brindaría mucha felicidad. La vida es tajante en cuanto a consecuencias se trata. Pero los que erramos somos nosotros, aunque muchas veces querramos decir que "la vida nos traicionó".

26 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XL)

La primera vez que alguien reconoció mi manera de bailar fue precisamente en Quinto Bachillerato. Un grupo de niñas de primero básico pidieron prestado nuestro salón para practicar un baile que debían presentar, si no estoy mal, para una de sus asignaturas. Obviamente nosotros aprovechamos para observar, pero yo no pude evitar moverme, la música siempre me ha gustado. En mi casa no me gustó bailar nunca. Cuando tenía unos once años, quizá, mi tío me quería enseñar a bailar salsa y merengue y ese tipo de música. Estábamos en la sala de la casa, junto con Dinorah, la hija de mi madrina. Ellos se llevaban muy bien y aprendieron a bailar muy bien juntos, pero yo siempre tuve un temperamento retraído, y no quise aprender. Mi tío se molestó tanto que me pateó, y se volvió desagradable para mí bailar frente a mi familia para siempre.

En fin, ese día pusieron una canción de moda y comencé a moverme. Una niña se me quedó viendo, mas no le puse atención. Tiempo después se me acercó y me dijo que bailaba bien. Yo ni siquiera sabía a qué se refería, hasta que me habló de ese día en el aula. La razón porque me hablaba de eso es porque quería que fuese su pareja en un concurso de baile que se haría en el colegio. Yo acepté con miedo, era la primera vez que una niña se acercaba a mí, y con ese motivo. Le pedimos ayuda a un compañero para que nos enseñara algunas cosas.

El día del concurso ella ya no quiso participar. Yo la busqué y con ese dramatismo de los adolescentes (ya se imaginarán...) la convencí de que participáramos. Bailamos y gustamos. Ví cómo Luz tomaba varios colores en su rostro mientras presenciaba mi baile. Improvisé, traté de lucirme, inventé pasos de baile. Lo disfruté. Pero no ganamos.

Era natural que no ganáramos. En realidad no éramos tan buenos ni habíamos practicado tanto. Pero ese baile fue el principio de algo, y me gustó. Al comenzar la Universidad y al ser maestro, aproveché muchas oportunidades para bailar, y muchas me dejaron muy buenos recuerdos, como el de mi maestra Idalia. Ni siquiera recuerdo el nombre de la niña que me buscó para el concurso de baile, pero creo que tengo bastante qué agradecerle. Gracias.

20 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XXXIX)

Si no mal recuerdo, el novio de Luz se llamaba Juan José. Al final ella ha resultado ser la mujer que más tontamente ha conducido su corazón. Y no lo digo por un simple hecho, sino por un patrón que ella siguió hasta que perdí contacto con ella. Quién sabe, quizá haya cambiado, quizá algún día sepa de ella otra vez.

Ella quería mucho a su novio, creo que siempre que se enamoró lo hizo completamente, como sólo en los libros se ha de describir. Ese año se organizó una excusción a unas piscinas, pero ella no pudo ir. Yo sí pude, y casualmente me encontré con una escena triste. Su novio, abrazando a Astrid, una estudiante de Cuarto Perito en Mercadotecnia. Él me miró con una mezcla de culpa y cinismo, y extrañamente ella me vio como con complacencia. Hasta podría imaginar que ella lo planeó. Siempre fue muy extraño, porque tiempo después Astrid se acercó a mí, como si quisiera apoderarse de mí, como si lo que hiciera lo hiciera en contra de Luz. Como si quisiera alejar a todos de ella.

Pero lo que más importa es que me convertí en el apoyo de Luz. Fui su amigo, su oído, su consejero. En una ocasión en mi aula, hablamos como siempre de lo mucho que le dolía y lo difícil que era olvidarlo. Como siempre, yo le aconsejaba, la escuchaba, sufría su dolor y vivía la frustración de lo inútil que era todo. Al final, comprendí que sólo seríamos amigos, la abracé con amor y asumí por fin la resignación.

Es extraño el dolor humano. Creo que Luz ha sido el dolor más grande que he vivido. El dolor de amar a alguien que se hace daño a sí mismo sin poder evitarlo. El dolor de no poder hacer nada, de querer cambiar a alguien que no entiende que puede cambiar y dejar de sufrir. La impotencia es quizá el dolor más grande que alguien puede padecer.

16 de agosto de 2009

Responsabilidad Antropológica

Me voy a morir. Estoy consciente de mi mortalidad. Contrario a lo que muchos piensan, sé que me puedo morir a causa de una complicación de mi enfermedad, pero también a causa de un accidente de tránsito, un terremoto o al contagiarme de otra enfermedad. Simplemente sé que me voy a morir, todos lo haremos algún día. Dicen que lo único seguro en la vida es la muerte, y tienen razón.

Eso me hace pensar en el sentido de mi vida. De algo tiene que servir. El consuelo de la religión, que ofrece reencarnaciones y vida eterna para que no nos dé tanto miedo la muerte, no me sirve. Yo pienso en que ESTA vida tiene que servir de algo, tiene que haber tenido alguna importancia para que haya valido la pena mi existencia. Y lo que creo es que tenemos alguna especie de "responsabilidad antropológica". Es decir, que tenemos la responsabilidad de hacer que nuestra especie mejore. Me niego a vivir una vida hedonista y simple que no brinde avance alguno a la Humanidad. Una vida responsable de trabajo que no aporte ni mejoras ni retrocesos en ningún aspecto del ser humano. Lo cual es el vacío existencial del que tanto hablan. Saber que mi vida no vale nada, que quizá la disfruté y acaparé riqueza pero no significó nada para mis congéneres.

Entonces, pienso que todos nosotros tenemos la OBLIGACIÓN de contribuir en algo a que mejore la Humanidad. Así, por pequeño que sea, el avance será significativo. Y no se detendrá. No tiene que ser algo grande. Basta con educar a nuestros hijos con menos miedo, con un mejor contacto con sus sentimientos, con una mentalidad menos violenta, con menos vicios, con una mejor salud mental en general. Y, a fin de cuentas, todo eso se inculca en nuestros hijos con el ejemplo. Es decir, si queremos que nuestra vida signifique algo, debemos pasar toda nuestra existencia mejorándonos a nosotros mismos, haciendo mejor a la próxima generación. Hasta que la Humanidad alcance su verdadero potencial.

13 de agosto de 2009

Conocimiento Mortal

Para quienes todavía no lo saben, padezco de esclerosis múltiple. La enfermedad me tiene en silla de ruedas, no puedo caminar. Esta experiencia me ha enseñado mucho. A aceptar mi dependencia, a lidiar con mis limitaciones, a pensar en mi mortalidad... pero definitivamente lo más difícil de resolver es la actitud de las personas.
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Las personas no son malas en general, y se sienten bien ayudando a otros. Cuando se enfrentan a una persona discapacitada, tratan de atenderla, asistirla en lo que necesite. Incluso tratan de adelantarse a sus necesidades. Pero resulta que cuando hacen eso, muchas veces nos hacen sentir peor. Que les sirva de lección, ayuden a los discapacitados en lo que necesiten, pero no en todo porque nos hacen sentir inútiles. Ya es difícil aceptar las limitaciones que se tienen, como para que una persona nos hagan sentir que tenemos aún más. Por ejemplo, a mí no me gusta que me ayuden a menos que yo pida la ayuda. Si no pido ayuda, es porque no considero necesitarla, y me molesta que me "ayuden" en esos casos.
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Pero lo peor de la gente es el miedo que le tienen a la muerte. Entiendo que no tengan mucha relación con su mortalidad, que no les guste pensar en ella y que sientan ansiedad de que su existencia termine y que no haya tenido ningún sentido. Pero resulta que los que tenemos esclerosis múltiple, o cáncer, SIDA y enfermedades desahuciantes, no podemos evitar pensar en la muerte. Estamos más en contacto con ella, por razones obvias. Sin embargo, estar conscientes de nuestra mortalidad no nos hace desearla. Me parece que las personas creen que es lo mismo saber que me voy a morir y querer morir.
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No es así, por favor. Es natural hablar de la muerte cuando se padece una enfermedad como la mía. Es natural hablar de la muerte para conciliarse con la idea de que se morirá. Pero eso no significa que se desee morir. Por favor déjennos hablar de la muerte y dejen de hacernos sentir mal por hacerlo. Sus miedos no son los nuestros.

8 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XXXVIII)

La presentación del seminario. Como buen trabajo de investigación, debe realizarse una presentación de los resultados. Todo mundo se enterará del arduo trabajo que realizamos para cumplir con un requisito de graduación, el cual no importará a casi ninguno de los asistentes. Pero cumplimos y nos graduamos, es el verdadero objetivo.


No fui de nuevo el presidente del seminario, pero sí me dieron la oportunidad de ser el maestro de ceremonias para la presentación. Lo fui junto con mi mejor amigo del bachillerato, Gerardo. Fue una experiencia buena, ya antes había sido maestro de ceremonias en otras ocasiones, parecía tener cierta facilidad para el trabajo. Una de las mejores anécdotas que nos quedó, fue que nos dieron una técnica para impresionar al público. Se realiza una serie de preguntas y respuestas, donde el público pregunta y los "investigadores" responden. Para aparentar que todos nosotros nos sabíamos todo, un maestro nos sugirió que al realizarse una pregunta, todos levantáramos la mano como si supiéramos la respuesta, aunque no fuera así. Los que supieran de verdad la respuesta levantarían un dedo, los que no la supieran levantarían la mano extendida. El público no sabría el secreto, y se llevarían una buena impresión al ver que todos sabían todas las respuestas y todos estaban ansiosos por responder.


Sin embargo, alguien (no yo) tuvo la ridícula idea de que el método no era lo suficientemente sutil, y que debíamos encontrar la manera de que "no se notara" quién sabía la respuesta y quién no. Así que los que sabían colocarían el pulgar de cierta manera, y los que no, de otra. Todos con la palma extendida. El método no funcionó del todo bien. Después de la ceremonia algunos de mis compañeros me dijeron cosas como "yo no sabía la respuesta, ¿por qué me escogiste?". Sin embargo, sólo una equivocación fue obvia. Se hizo una pregunta que no recuerdo, y escogí a un compañero para la respuesta. Él contestó "las gráficas lo demuestran". La respuesta fue motivo de chiste durante el resto del año, y tuvimos la fortuna de filmar la presentación. Así que si no saben alguna vez una respuesta, pueden contestar LAS GRÁFICAS LO DEMUESTRAN.


4 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XXXVII)

El seminario. Una pseudo investigación realizada en grupo, la cual es requisito de graduación aquí en Guatemala. Todo el proceso de investigación lo lleva a cabo el grupo que se graduará. En nuestro caso, los alumnos de quinto bachillerato. Es algo extraño, curioso, pues se necesita de un líder y de trabajo en equipo, y así es como se demuestra que nuestro sistema educativo es sumamente deficiente al promover estos dos aspectos. El sistema no está diseñado para crear líderes, y tampoco para favorecer el trabajo efectivo en equipo. Y eso, sumado al factor "adolescente", garantiza problemas en cada caso casi indudablemente.

Mi historia puede sonar falsa, a que me la inventé porque es lo que hubiese querido, pero es cierta. No tengo por qué mentir. Yo fui el presidente del seminario. Me escogieron, creyeron que por mi inteligencia o lo que sea, lo iba a hacer bien. Y eso traté, pero, no se puede ser fácilmente líder de tus amigos cuando el puesto es formal. En una ocasión dos compañeros, Reinaldo y Wagner, discutieron fuertemente en una reunión. Al final de la misma les dije que no tenían permitido quedarse a la siguiente reunión. Fracasé rotundamente, ridiculizaron mi autoridad.

Tiempo después, debíamos reunirnos un sábado, pero ese mismo día sería la kermesse del Liceo Javier, donde había estudiado antes. Yo pensé que no habría mucho problema en que me ausentara de la reunión (una vez), que lo que se haría ya estaba planeada y que contaba con ellos. Pero (oh traición...) resultó que este mismo Reinaldo con quien había tenido problemas antes, exaltó a los demás con lo que creo que fue un discurso acerca de la irresponsabilidad y el liderazgo y tomarse descansos injustificados cuando los demás trabajaban duramente por el bien del seminario. ¿El resultado? Me sacaron del puesto y reorganizaron la junta directiva. Otro compañero llamado también Luis Fernando quedó como presidente y (oh casualidad...) Reinaldo quedó como vicepresidente del seminario. Después de que lo "regañé" y después de que no estaba ni siquiera en algún puesto de la junta, pasó a ser vicepresidente. Fui víctima de los crueles juegos políticos a la tierna edad de 17 años, y descubrí que el poder es una droga tentadora, capaz de causar la traición.

Triste, el siguiente día que nos reunimos me enteré de que ya no estaba en ningún puesto de la junta directiva, y de cuál era la nueva configuración. Para bien o para mal, después ejercí el poder "desde las sombras" y todo salió bastante bien y bastante a mi modo. Pero eso lo contaré en el siguiente post.

3 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XXXVI)

Escogí mal. Decidí salir con la niña que siempre iba a ser mi amiga y nunca algo más, y rechacé a la otra de quien estaba realmente enamorado. Bueno, más bien perdí la única oportunidad que me iba a dar para decirme que sí quería ser mi novia. No tengo ninguna forma de constastar eso, pero son cosas que se comprenden con el tiempo y la madurez. Un tiempo después de ese día en que escogí mal, discutí con Lucky y no volvimos a hablarnos sino hasta mucho tiempo más adelante. La ví tener al menos dos novios, y a pesar de que lo intenté, ya nunca pude recuperarla.

¿Qué me hizo escoger a Luz? Quizá la razón es que era más dulce, más frágil. Para mí debió ser de esas mujeres que hacen que un hombre las quiera proteger, ayudar, atender. Fui un idiota, cayendo en el juego de "soy una mujer frágil que necesita de un hombre". Supongo que Lucky no parecía tan frágil ni necesitad de ayuda, sino más segura de sí misma, y hasta más segura de lo que quería. Puede ser uno de esos inocentes engaños del corazón, pero tal vez cuando me pedía tiempo, lo hacía con toda sinceridad.

En fin, ahora que lo he pensado durante varios años, creo que tomaría otra decisión. Ahora pienso que equivocarme esa vez de algún modo me persiguió siempre. No como obsesión, sino porque, en retrospectiva, me doy cuenta de que estuve en otras situaciones semejantes, y siempre escogí mal. A veces pienso que me negué a mí mismo mucha felicidad con esa decisión.

Escuchamos historias de personas que se arrepienten de haber hecho algo. Al enfrentarte a la muerte y saber que has perdido muchas posibilidades de hacer cosas en el futuro, te das cuenta de que lo que de verdad duele es lo que NO se hizo. Lo que más duelen son los proyectos que dejaste en el olvido. Lo que no hiciste. La mujer que no besaste, la carrera que no estudiaste, el empleo que no tomaste o que ni siquiera buscaste. El libro que no leíste, el disco que no compraste, el instrumento que no aprendiste a tocar. Lo que te atormentan son las posibilidades, aquello que pudiste ser, lo que desperdiciaste de tí mismo. Lo que duele es no haber sido lo que pudiste ser y que SABÍAS que pudiste haber sido. ¿Me doy a entender?

2 de agosto de 2009

De Noche Para Siempre (XXXV)

Yo, en comparación a como había vivido antes y las experiencias que había tenido, me encontraba en el paraíso. Había conocido a dos compañeras bonitas, con las que me llevaba muy bien, y a las que parecía agradarles bastante, cosa que me emocionaba mucho, pues ambas me gustaban. Luz era una niña más necesitada, frágil, dependiente. Lucky era socialmente muy segura, tierna y cariñosa. Llegamos a la situación de que, habiendo dos recesos en el horario de clases, uno de ellos lo compartía con una, el otro con la otra. Inocentemente las quise presentar, suponía que los tres "podíamos ser amigos". El día que las presenté no resultó ser muy cómodo que digamos.

Sin embargo, la fatalidad tenía que llegar a mí por propia mano.

Muchas veces le pedí a Lucky que fuera mi novia. Era confuso y difícil, cada vez que lo hacía, a pesar de que me decía que no, me pedía que nos conociéramos mejor y nunca me rechazaba del todo. Siempre sembraba un nuevo retoño de esperanza, de esos que tienen raíces fuertes en el corazón de un adolescente. Sin embargo, un día las cosas cambiaron. Me buscó y me pidió que la acompañara a la hora de salida, que quería hablar conmigo de algo importante. Loco el mundo y cruel el destino, Luz me buscó también para pedirme que la acompañara a la hora de salida, pues necesitaba comprar unas cosas.

Lo hicieron en ese orden, primero Lucky y luego Luz. ¿Qué hizo que en mi estúpida mente tomara la decisión que tomé? Decidí que hablaría con Lucky y me disculparía por no poder acompañarla, que iría con Luz a hacer algo. Ella, totalmente comprensiva, aceptó la cancelación. A la hora de salida fui con Luz a buscar lo que necesitaba, y ella aprovechó para comprar un par de pulseras hechas a mano. Una para mí y una para ella, para recordar nuestra amistad.

¿NUESTRA AMISTAD? Obviamente Lucky iba a aceptar por fin mi petición de noviazgo, y la rechacé para salir con alguien que nunca me querría y de quien siempre tendría que escuchar sus tristezas por amar a un hombre que la trataba mal. Al día siguiente busqué a Lucky, y me dijo que había comprendido que no valía la pena tratar conmigo el asunto del que iba a hablarme el día anterior. Perdí mi oporunidad para siempre. ¿Por qué elejí tan mal?