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26 de julio de 2011

El Blog de la Depresión

Estoy enfermo, me siento mal. Me duelen muchas partes de mi cuerpo y no tengo muchas esperanzas de que ese dolor disminuya o se vaya. Me siento mareado, con el estómago revuelto y sin muchas ganas de hacer nada. No se podrá hacer nada para resolver mis problemas, sólo esperar pacientemente a que llegue el final y esperar que éste no sea demasiado doloroso. No hay esperanza, no hay felicidad en mi vida. ¿Cómo puedo ser feliz si sé que me estoy muriendo y que ya no sé cuánto tiempo más viviré? Ya no puedo caminar, y otras cosas que apreciaba ya no puedo hacerlas, sólo recordar y acaso fantasear, cosa que a veces me duele más. Todo es tan triste...

Podría escribir un blog en este estilo, pero mi personalidad me lo impide.

Claro que he tenido estos pensamientos en mayor o menor medida, e incluso algunos de ellos podrían tomar forma en un post aparte, pero mi modo de ser no me lo permite. Yo quiero vivir. A pesar del dolor o la angustia que me pudieran invadir, mi cuerpo me obliga a seguir adelante, porque busca alguna palabra qué teclear. Se coordina con mi cerebro y trata de encontrar un nuevo proyecto, una nueva manera de expresión. Porque morir puede ser algo muy dramático y una herramienta para que la gente te recuerde, pero también vivir, y la forma en que vives tiene para mí más importancia.

¿Qué sentido tiene quejarse? Puede ayudar a que alguien te resuelva algún problema, pero luego es pérdida de tiempo. Igual puede ser el llanto y sentir lástima por ti mismo. A veces los demás ya sienten bastante lástima como para que encima te les unas. Es posible que en ocasiones tengas pensamientos negativos, es normal, pero eso no quiere decir que te debas envolver en ellos como si sólo ellos pudieran existir. Al contrario, este tipo de pensamientos deben pisarse como cucarachas en cuanto son detectados. Yo no quiero mi cuarto lleno de cucarachas. Son más bonitas las mariposas.

12 de julio de 2011

Amo a mi Abuela

Yo amo y admiro mucho a mi abuela porque:

- Sigue trabajando duro para que sus nuevas generaciones podamos tener más que ella.
- No soporta estar ni siquiera dos horas frente al televisor sin hacer nada.
- Cuando ve un partido de fútbol por televisión, les grita a los jugadores.
- A veces, cuando ve un partido de fútbol, quiere que los dos equipos pierdan.
- Se acuesta a las 11 de la noche luego de no descansar en todo el día.
- Te pregunta “¿querés más?” (comida), cuando ya te sirvió más.
- A veces quiere que comas más, pero para “que no se quede guardado sólo ese poquito”.
- Te ofrece fruta para comer, “porque ya se está echando a perder”. De lo contrario no lo haría.
- Hasta hace unos años todavía jugaba fútbol.
- Es muy notorio cuando la estás aburriendo con tu conversación.
- Aún se sube a un banco para alcanzar a algo que esté en alto.
- La amo a pesar de que se esconde cada vez que llora.
- Sabe cocinar muy bien.
- Le gustan las plantas.
- Sigue aprendiendo a utilizar su teléfono celular.
- Sin lentes, ve mejor que yo, con lentes.
- No le gusta tomar medicinas y se niega como una niña a hacerlo.
- Mis hijas la adoran.
- Muchas otras cosas, grandes y pequeñas, que a ella la hacen grande.

A Leonarda Hernández

8 de julio de 2011

Otra Gran Salida

De nuevo me internaron en el hospital, debido a lo mismo de siempre con un pequeño giro que hizo de ésta mi más larga estadía en el recinto de salud física. No daré detalles pero me operaron y luego de eso debí quedarme 50 días internado. Cada hospitalización es distinta por varias razones, desde los compañeros hasta el personal de enfermería, los doctores, la cama, los medicamentos, las historias que quedan.

Las historias que uno recuerda casi siempre son las divertidas, pero también hay otras tristes, como el hombre que murió, que tenía aproximadamente mi edad y que varias veces escuché por la noche hablar por teléfono con su hijo, dándole consejos y diciéndole cuánto lo amaba. Ni siquiera me puedo preguntar si debía o no morir, si era lo mejor o una tremenda injusticia. También murió don A., a quien sus familiares prácticamente llegaron a abandonar al hospital, esperando que muriera. Parece cruel o malicioso que lo diga, pero la experiencia y otras historias escuchadas en el hospital me dan buenas razones para afirmar que así fue.

Pero lo más triste, lo más absurdo de estar en el hospital es cuando un compañero paciente se te acerca y comienza a hablarte. Te pregunta acerca de tu enfermedad, el tiempo que llevas internado, hace comentarios acerca de lo aburrido que es estar ahí y que hay que tener mucha fe en Dios, porque no se debe perder nunca la esperanza. Quizá te cuenta acerca de su caso, quizá comente acerca otro paciente que está en peores condiciones que ambos. Y luego, comienza a hablar de su "producto" que lo cura todo. Son pastillas, jarabe, un aparato mágico que lanza rayos gama y luz ultravioleta. Pero lo que sea que tengas lo puede curar. Yo miro a ese interlocutor pensando: ¿y entonces por qué estás aquí metido? Nunca me he atrevido a preguntar.

Yo no creo que se haya infiltrado como agente secreto fingiendo una hernia o dejándose operar un apéndice sano sólo para llegar a ese mercado tan necesitado como somos los verdaderos enfermos. Lo mismo sucede con aquellos que "conocen a un pastor que hace sanaciones". ¿Por qué no los sanó, por falta de fe, de dinero? Es como un calvo completo que vende soluciones para la caída del cabello. Algunos lo hacen, pero para usarse a sí mismos como prueba de que sus soluciones sí sirven. ¿Pero los otros? Parecieran usarse a sí mismos como prueba de que su producto en realidad no cura todo.

Qué mentira tan desesperada. Qué intento de estafa tan descaradamente desesperado. Situaciones de este tipo me hacen preguntarme acerca de cuál será la verdadera naturaleza del equilibrio universal. Quizá la justicia sí existe.

2 de mayo de 2011

Uno de Mis Padres

Murió Ernesto Sabato. Siento una especie de vacío en mi interior al pensar que su persona ya no está, que sus actividades han cesado. Para mí, el mundo ha perdido una de esas personas que se dedicaban a hacer sólo cosas buenas por la Humanidad, y a tratar de abrir los ojos de quienes los han cerrado para ver sólo hacia adentro, a sí mismo. Ayer por la tarde lo lloré. En privado, a solas y honestamente.

Me di cuenta de que me duele mucho no haberlo conocido en persona. Para mí es como recibir la noticia de un pariente muerto en otro país, y efectivamente no tener dinero para viajar y presentar mis condolencias apropiadamente. Y vivir el duelo también con mayor propiedad. Quizá suene ridículo, pero siento como si de verdad haya muerto uno de mis padres. Leí “El Túnel” cuando era un adolescente muy perdido en mis confusos pareceres, y para mí fue como leer un diario de mi propio futuro. Es difícil explicarlo, pero fue una de las experiencias que me hicieron comprender que mi soledad no era tan única.

Yo comprendía a ese Juan Pablo, y quizá buscaba conocer a una Alejandra que me embrujara con su misterio y su dolor, con esa manera de ser tan distinta a la mía y que de alguna manera admiraba, al mismo tiempo que sentía que estaba más sola que yo.

El señor Sabato me transmitió cosas que nadie más ha podido transmitirme. Leer sus obras ha sido viajar a una parte de mi mente que desconocía, a través de viajar en la suya. Despertó en mí sentimientos y pasiones que yo había vivido nada más como confusión, y les dio un orden y un sinsentido que pude comprender. Le debo ser quien soy, le debo más de lo que creo, y su muerte me ha dolido tanto…

27 de marzo de 2011

Ser Vegetariano

No tengo nada en contra de los vegetarianos, cada persona es libre de escoger los alimentos que consume. Claro, si decide consumir humanos se convierte en algo ilegal. Todo tiene sus límites. Sin embargo, en esta ocasión yo quiero expresar mi opinión respecto a algo en especial.


Yo opino que todos los extremos son malos. Sin embargo, muchas personas los practican, como si no tuvieran otra opción. En la comida, por ejemplo, es como si tuvieran que tomar seis tazas de café al día, o ninguna. Como si tuvieran que embriagarse todos los fines de semana, o no probar una gota de alcohol en toda su vida. Y creo que el vegetarianismo es eso: un extremo. Hay que eliminar toda carne de nuestra dieta.


Y, a pesar de lo que muchos vegetarianos digan, existe más de una razón para serlo. Existen aquellos más nobles que piensan genuinamente en los derechos de los animales, que de cierta manera han de ser iguales a nosotros, que valen lo mismo, etcétera. Pero estoy seguro de que existen otros que simplemente sienten asco cuando piensan en un animalito muerto cubierto de sangre, y se les revuelve el estómago al pensar en tener que comerse "eso". Y piensan que sentir lástima por un animal muerto es lo mismo que considerar sus derechos.


Admito que la crueldad contra los animales es real, que al tratar de producir carne en masa se cometen muchas atrocidades. Por supuesto que existen muchas peleas pendientes respecto a la dignidad de los animales y su trato justo. Que sean iguales a nosotros, opino que es discutible en varios niveles. Y repito, no tengo nada en contra de los vegetarianos; quizá el mundo sea mejor cuando nadie consuma carne. Quizá no. Creo haber leído en alguna parte que nuestros cerebros se desarrollaron gracias al consumo de carne. No me interesa cambiar mentalidades, pero sí señalar la hipocresía de algunos a quienes no les importan tanto los animales, sino nada más no tener náusea.


2 de marzo de 2011

Vacaciones

Acabo de pasar 19 días en el hospital. Nada grave, espero no regresar pronto. Y aunque se diga a modo de broma, la hospitalización de verdad es como una especie de vacación. Se sale de la rutina, o se cambia de rutina. Se cambia la luz de sol y el aire libre por la luz artificial y cuatro paredes pintadas de color pastel. Una cama alta y muy caliente, comida en bandeja en horarios fijos y más temprano que en casa. Dolor, otros hombres enfermos en la misma habitación y la obligación de dejarte ver desnudo por desconocidos.

Es interesante cómo pueden cambiar las cosas en el hospital. No estás obligado a hablarle a nadie. Nadie te conoce ni sabe cómo eres. Puedes ser como lo desees, puedes jugar a interpretar un papel. Tienes mucho tiempo para reflexionar respecto a lo que sea, dormir y despertar para seguir reflexionando. Es un retiro con medicamentos.

Y yo me retiré, y reflexioné respecto a algunas cosas, como siempre. Mis reflexiones quizá no sean tan importantes como el bienestar de ser anónimo. Ser uno más de esos que ocupan una cama y que al poco tiempo de irse, vendrá alguien más a ocupar la misma cama. Otro vacacionista. Otro enfermo. Y aunque la muerte visite a alguien, aunque el dolor sea mucho para algunos, siempre habrá alguien que trate de hacerte sentir mejor.

3 de febrero de 2011

Reunión 2.0

Esta vez estuvieron ausentes Lepe, el Memo y el Von Quednow. Sin embargo se nos unieron el Rambo, Juracán y el Cotorro. Repetimos el Chucho, el Abuelo, el Pacheco y el Cochinillo. Debo decir que fue una reunión muy divertida.

Es la segunda reunión de nuestro grupo de excompañeros del Instituto San Ignacio, que estudiamos entre 1,993 y 1,995 en ese lugar. Teníamos 15 años de no vernos algunos de nosotros. Claro, siempre están las amistades más especiales que se conservan y nunca se les pierde el contacto. Pero estas ocasiones en que tienes la oportunidad de ver a alguien que no has visto en mucho tiempo, son realmente especiales.

Nos reunimos en la calle, nos reconocimos, nos asombramos de los cambios y de las cosas que han permanecido en nosotros media vida. Nos contamos las cosas que hacemos actualmente, recordamos las anécdotas divertidas de aquella época, incluso las que desconocíamos. La nostalgia está bien, y estuvo bien para la primera reunión. Pero en un momento pareció que iba desapareciendo, y ya no se trataba de lo que fue, sino de lo que es hoy y las anécdotas de hoy y los chistes que en esos momentos se nos ocurrían.

Recordamos, por ejemplo, al Mosquito, con su manera de ser en aquellos días. Pero sobre todo fue tema de conversación debido a que declaró que si se bebían bebidas alcohólicas en la reunión, prefería no ir. Claro, su comentario levantó un leve debate en el grupo del Facebook, que terminó en su ausencia el día de la reunión y la toma de fotografías posando con el tarro de cerveza en la mano... y un vaso de vodka. Ya es una anécdota actual, y es excelente saber que nuestras reuniones no son sólo para ponernos al día y competir acerca de quién ha sido más exitoso en su vida. Se trata de retomar las amistades que fueron y que no fácilmente se olvidaron. No se trata de revivir un pasado. Sino vivir un nuevo presente que valga la pena.

Las risas siempre son lo mejor.

PD: la discusión no tiene sentido, en un grupo de adultos el que quiere beber lo hace y el que no quiere no. A menos que sean AA.

27 de enero de 2011

Dolor Físico

El dolor físico cambia a las personas. Un dolor agudo puede hacer reflexionar a una persona respecto a sus actos. Como quien arriesga su vida sin necesidad en actos "extremos", o quienes han recibido un balazo como consecuencia de su vida criminal. Pero el peor es el dolor crónico. Dolor todos los días, a cada momento. Permanente.


Yo padezco de un dolor semejante. No es permanente y a veces ni siquiera se presenta cuando lo espero. Pero lo espero, lo temo, y sé que me ha cambiado. Pienso en personas con otras enfermedades, y siento compasión y admiración por ellas. Me doy cuenta de que habrán otras personas que verán a estos enfermos y creerán que están tristes o deprimidas, pero no es así, es dolor físico. Cuando sientes que se te salen los ojos debido a un dolor de cabeza, cuando el cuerpo te duele tanto que no quieres moverte, cuando no quieres quejarte del dolor porque sabes que, irónicamente eso te produciría más dolor, sonreir y ser amable quedan en segundo plano. Aún así, algunos llegan a tachar a estas personas de "amargados".


Por eso es tan admirable la gente que vence ese dolor, que lo siente y aún así es capaz de trascenderlo y preocuparse por los otros e incluso tratar de ayudarlos. Mi dolor no se compara con el de otros, pero admiro que esos otros puedan sonreír y tratar de ser ellos mismos a pesar del dolor y a pesar del medicamento, que afecta tanto o más la personalidad que el mismo dolor. Esta gente merece un aplauso. He estado en el hospital, y he visto sufrir. Y he visto trascender. Así he aprendido lo que quiero, que quiero ser fuerte, que quiero demostrarme a mí mismo que puedo encontrar la felicidad aún vistiendo un cuerpo defectuoso. Porque de verdad, lo que importa es lo que tenemos adentro.


20 de enero de 2011

Dios No Lo Quiera

Hace algunos años leí en un libro de César Higueros Carrillo, una parte donde hacía una crítica respecto a cómo ponemos "de sirviente" a Dios. Lo ponemos a hacer cualquier cosa en cualquier momento, sólo porque eso es lo que se nos antoja o necesitamos en ese momento. Yo estoy de acuerdo, creo que es en los problemas más difíciles de la vida en que recurriremos a su consuelo, cuando en verdad nuestras solas fuerzas no son suficientes. No en cualquier momento, para solucionar nuestros errores.


Quisiera tratar de aclarar que no estoy hablando de Dios, estoy hablando del comportamiento de la gente. Existen ciertas personas que, en cuanto escuchan la palabra "Dios", dejan de escuchar todo lo demás y se hacen a una actitud inamovible. En este caso, yo estoy tratando de hablar respecto al comportamiento de ciertas personas que parecieran "abusar". Los ejemplos podrían ayudar:


- Dios no quiera que me enferme.

- Dios quiera que gane mi equipo.

- Dios quiera que gane mi equipo (el del otro equipo).

- Dios no quiera que llegue tarde a mi trabajo (el que ya salió tarde).

- Dios no quiera que se haya arruinado el teclado (después de dejarlo caer al suelo).

- Dios quiera que la maestra no pida la tarea hoy.

- Dios quiera que me diga que sí quiere ser mi novia.

- Dios no quiera que se den cuenta de que estoy copiando en el examen.

- Dios no quiera que sepan que estoy robando (¡¿?!)

- Dios no quiera que descubra que la estás engañando.

- Dios quiera que me salga rica la comida.

- Dios quiera que me quede bien este pantalón.

- Dios quiera que no llueva hoy.

- Dios no quiera que vengan a cobrarme la renta hoy.

- ¿Más ejemplos?


11 de enero de 2011

Hasta Un Perro Merece Un Libro

Recién vi la película de Marley y yo. No he leído el libro. Sin embargo, opino que es una bonita historia acerca de un perro singular que marcó positivamente la vida de la familia de un escritor, que supo apreciar el aporte de su mascota en toda su existencia. La belleza está en los ojos de quien la ve.


Muchas personas hubiesen decidido deshacerse de un perro tan molesto, en lugar de conservarlo y aceptarlo tal cual era. Eso es amor de verdad. Y, a cambio, recibieron el amor verdadero y desinteresado de él. ¿Cuántos de nosotros podemos decir que hemos hecho algo semejante? Lamentablemente en el mundo de los humanos no es tan sencillo dar y recibir amor verdadero, desinteresado, indiscriminado. Algo deberíamos aprender.


Supongo que el dueño de Marley lo comprendió, y por eso decidió dar a conocer su historia. Hasta un perro merece que le escriban un libro, cuando su historia es única y puede obsequiar a la Humanidad un hermoso regalo de vida, que todo aquél que lo sepa apreciar estará en condiciones de vivir una vida de la cual también se pueda escribir un libro. Todos deberíamos de vivir una vida que valiera la pena escribirse. Llena de amor, sacrificios, aventuras, decisiones difíciles y significativas, lucha, comedia, experiencias de madurez, corazones enormes, y sin cortes comerciales.


Existen tantas películas, libros, programas de televisión y demás cosas que nos tratan de alentar a que vivamos una vida con más sentido, y lo que vemos es a adolescentes imitando bromas pesadas, hazañas peligrosamente estúpidas o estúpidamente peligrosas, adultos violentos presumiendo joyas extravagantes e involucrándose en relaciones sexuales ilegales, indebidas, inmorales. ¿Por qué es más llamativo imitar lo malo? ¿No nos puede inspirar una historia de amor y sacrificio? ¿Un perro nos tiene que enseñar una forma correcta de vivir? ¿Una mascota conoce mejor que nosotros la forma correcta de amar?


En un mundo donde hasta un perro merece un libro, la belleza está por todas partes, pero no será ella la que nos busque. Debemos ser nosotros los que apreciemos la belleza de todo, donde quiera que se encuentre.