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26 de diciembre de 2008

¡Felices Fiestas!

Hace una semana, mi esposa me dijo que lo mejor sería que me fuera de la casa porque ella ya no podía seguir atendiendo mis necesidades además de todas sus responsabilidades. No es ficción, es una experiencia de vida. Quienes han seguido mi blog, sabrán que estoy en silla de ruedas debido a que padezco de Esclerosis Múltiple. Ahora vivo con mi mamá, mi abuela y mi tío, y el proceso de adaptación no será muy fácil. Afortunadamente, gracias a ellos y a amigos como Edgar y Vicky, he caído muy duro, pero en colchón suave.

A pesar de ser siempre muy optimista, perder a mis hijas y tantas cosas por las que luché, me hacen sentir triste. Pero, aquí viene la lección, sentirse triste es normal. ¿Qué clase de ser humano sería si no lo estuviera? Pero, estar triste no implica querer matarse, darse por vencido o renunciar a la vida o la felicidad. Es difícil, será difícil, pero la vida me ha enseñado (no sé cómo) que el único remedio que tenemos es seguir adelante y abrazar las oportunidades que nos quedan. Quisiera ser un héroe y un ejemplo para la Humanidad, pero existen millones de personas que todos los días se levantan y siguen adelante, que tiene problemas peores que los míos. No estoy haciendo nada extraordinario. Sin embargo, también hay miles que se topan con un problema y se dan por vencidos, se sienten inútiles, que renuncian a la vida, a la felicidad, a la esperanza. Aún así, son esos pesimistas los que no nos deben importar. ¿Qué es la vida, si no esperanza? Diaria, constante, eterna.

Muchas de las personas que me conocen quizá opinen que no soy un hombre de fe, pero todos los que me conocen bien saben que soy una persona de esperanza. Felices fiestas a todos, y que el próximo año nos traiga bonitas sorpresas.

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