Lo siento, órdenes médicas, no puedo estar mucho tiempo levantado y por lo tanto no he podido escribir. Recién vuelvo poco a poco a las actividades cotidianas. Si no mal recuerdo...
- Generalmente cuando se quiere animar a un enfermo se le dice "piensa que hay personas que están peor que tú". Generalmente esa persona que está peor he sido yo.
- Fue gracioso, penoso e irritante escuchar que un paciente le contaba a otro cómo "le había entregado su vida a Cristo", cuando el mismo paciente no tenía más de quince minutos de haber estado en otra sala jugando cartas (naipes) y apostando dinero con otros pacientes. Y ganando.
- De otra hospitalización: un paciente, algo viejito, contaba todos los días su mismo chiste de "¿cuál es el colmo de un ciego?". Después de tres o cuatro días, me daba mucha risa, pero la insistencia del señor en contar el mismo chiste. Creo que no recordaba que ya lo había contado...
- No sé qué opinarán los demás, pero me parece que los postres que dan en el IGSS son muy ricos.
- Escuché algunas historias de cómo los familiares de un paciente que muere, quién sabe si por negación, ignorancia o por simple reflejo, muchas veces culpan de la muerte a los enfermeros, y los acusan de "haberles hecho algo". Hay que ser justos, digo yo.
- Al final, la gente le tiene mucho miedo a la muerte. Muchas operaciones salen mal o son suspendidas porque los pacientes están demasiado nerviosos, temerosos, ansiosos por los resultados. He visto hombres volverse niños malcriados y bebés que lloran al estar en el hospital, y tener actitudes de machos cuando se sienten mejor. He visto las caras de aquellos que temen morir al recibir la noticia de un diagnóstico, de un procedimiento. Al ver todo eso, me siento mejor. No por una enfermiza satisfacción, sino porque me doy cuenta de que la lucha diaria por lo que llamo mi "salud mental" parece dar resultado.
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