Por si acaso lo están pensando, es cierto, hoy tampoco estoy en el hospital. Los médicos opinan que no ganan nada con internarme desde ahora si me operarán hasta el viernes, así que debo ir hasta el mismo día por la mañana a que me operen, y quizá pase el fin de semana hospitalizado. Quizá. Es difícil llevar un diario coherente cuando mi vida depende tanto de las decisiones que toman los demás.
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Pero la vida de NADIE depende sólo de sí mismo, en realidad todos dependemos no sólo de nuestras decisiones y acciones, sino también de las de los demás. Y aquí entramos en discusión, pues hubo otra entrada hace algún tiempo titulada Infacia es Destino, donde hablaba de cómo pareciera que ciertas cosas de nuestro pasado determinan ineludiblemente nuestro presente, nuestro futuro quizá...
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Trato de no creer en el destino, no creo que el futuro exista, sino que se va construyendo cada paso que damos en la vida, y que no está escrito en ninguna parte qué nos sucederá, no hay seguridad de nada. A los griegos les gustaba pensar que el Destino existía y que no se podía escapar de él, pero a las historias que contaban las vidas de quienes peleaban en contra de su destino, perdiendo siempre al final, las llamaron TRAGEDIAS. Curioso si lo tomamos desde el significado que le damos hoy a esa palabra. Cuando una vida termina cumpliendo con su así llamado "destino" a pesar de su lucha, es una tragedia...
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Aún así, debo aceptar que puede haber un poco de ambas. Quizá nuestra niñez y juventud pueden hasta cierto punto determinar qué adulto seremos, pero, como humanos, siempre tendremos la capacidad y la LIBERTAD de decidir qué hacer, quiénes ser. Creo que es mejor así.
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