Durante y a partir de mi adolescencia me hice a la costumbre de subir a la terraza de mi casa para observar el cielo por la noche. Supongo que es parte del romanticismo de la edad, pero pude aprender muchas cosas de esas experiencias. Me gustaban mucho las noches de luna llena, con el cielo limpio y la luz clara de la luna que se imponía en todo el cielo como un sol oscuro. Su luz es enigmática y mística, y pude entender por qué se escriben tantos poemas y se tejen tantas leyendas alrededor del poder de su luz, de su presencia.
Pero también habían noches sin luna, en que las que reinaban eran las estrellas, regadas por todo el cielo como una especie de desastre divino, un desorden estelar. En esas noches observaba amplio el cielo recostado sobre la terraza, y no había nada que estorbara a mi paisaje. Sólo estrellas, pasado y presente de un Universo incomprensible. Y trataba de imaginar cómo cada una de esas estrellas era un Sol, y cómo alrededor de cada una de ellas podían girar varios planetas, y cómo en algunos de esos planetas, quizá, existía vida como la nuestra. Quizá hasta con la misma ignorancia (o acaso inocencia), con las mismas dudas y añoranzas de una Humanidad que aún no se termina de comprender ni siquiera a sí misma.
Y fue así como comprendí cuán pequeño e insignificante soy en realidad. Comprendí que una vida humana no vale nada, que a lo sumo puede llegar a afectar a una parte mínima del total de la Humanidad. Pero también comprendí que es esa misma insignificancia relativa la que hace tan importante para nosotros mismos nuestra propia existencia. Que a pocos o a nadie le llegarán a importar los hechos más relevantes de mi vida, y que por eso debo vivir mi vida para mí, para lo que a mí más me importa, que sólo existe UNA oportunidad. Algunos pocos, los que han vivido su vida para sus sueños y sin importarles la opinión de los demás, han sido los mejores. Lo que pasa es que sus sueños han incluido el bienestar de los demás.
Nadie puede decir que Gandhi luchó por los sueños de otros, pero su sueño personal benefició a sus semejantes. En su egoísmo e insignificancia alcanzó el altruismo y la grandeza. Por poner un ejemplo nada más.
3 comentarios:
Hola me encanto como describes tus pensamientos , creo que a varias personas nos pasa esto es incomparable explicar el sentir la belleza divina que representa el cielo y aun asi el mismo universo felicidades por este blog
Llamo bastante la atencion del titulo del mail, "Noche sin estrellas" como todo buen autor (captaste la atencion, ya que noche sin estrellas solo que estviera nublado), ya que despues una vez ingresado en el blog decia "Noche sin Luna".. ya es otra historia. Muy buen pensamiento lo que se resume en que hay que vivir para uno, haciendo de tal manera el bien a los demas.. Que bueno es tenerte por aca!!
This is a nice blog. I like it!
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