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16 de mayo de 2008

Tata Chús

No se alteren, no estoy hablando de ningún personaje bíblico. Yo estudié los básicos, de los 13 a los 15 años, en un colegio católico dirigido por padres jesuitas. Durante los años en que estudié ahí, el director era el Padre Jesús (de ahí Tata Chús). Como es común, no gozaba del aprecio de la mayoría de los estudiantes, o de ninguno, a pesar de que aprendimos de él (aunque fuera al menos una sola cosa), ya sea en esos años o después, en retrospectiva.
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Hace poco realicé una de mis visitas al hospital de consulta externa del IGSS, y ahí lo encontré de nuevo. Tuve que verlo varias veces porque para mí fue como haber visto un fantasma. No podía o no quería estar seguro de que fuera él. Al final saqué la conclusión de que sí lo era, pero no le hablé ni lo saludé siquiera, seguramente por miedo. Así somos los humanos. Fue una especie de aparición: el mismo modo de andar con las manos entrelazadas en su espalda, el mismo modo de respirar como si le costara de vez en cuando, el mismo rictus que nos intimidaba en aquella época, su camisa de vestir con manga corta, su pantalón de vestir sujetado fuertemente con un cincho delgado de cuero debajo de su panza... Y sin embargo, sus ojos más pequeños, menos malvados y más hundidos, su cabeza con un poco menos de cabello, su piel más vieja, menos firme. Un poco decepcionante. Suena risible, pero parecía más viejo.
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Supongo que sucede con mucho de lo que vivimos en la adolescencia: en nuestros recuerdos queda inamovible, inalterable e incluso más vivo. Pero cuando nos tenemos que enfrentar en el presente a aquéllo que fue tan grande en "esos días", resulta hasta irreal. Como reencontrarse con la novia idealizada de la juventud, y verla arrugada, gorda, amargada y hasta con sus sueños rotos. Como ver una foto de nuestros padres jóvenes, llenos de vida y con la misma expresión de ingenuidad que tuvimos nosotros de niños, pero en sentido inverso.
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El tiempo pasa para todos, y la realidad está en constante movimiento, aunque los humanos seamos álbumes de fotografías hermosas y terribles.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Baw ah, kasagad sa imo maghimo blog. Nalingaw gd ko basa.