Hoy me levanté sintiéndome muy mal. Tanto, que cuando fui a bañarme lloré. Lloré mucho, como no había llorado en mucho tiempo, sin poder controlar mi llanto. Las lágrimas salían de mí y ellas llamaban a otras y a otras en contra de mi voluntad. Lloraba por sentirme tan mal, por estar solo, por no tener a alguien que pudiera consolarme y abrazarme para decirme que las cosas estarían bien. Recordé que extraño mucho a mis hijas y mi vida pasada cuando podía caminar y hacer muchas cosas con mis piernas, y lloré más. Vergonzosamente, lloré mi desgracia.
Pero en mi llanto, dí gracias a Dios. Le dí las gracias por hacerme tan fuerte, porque he visto a otras personas quebrarse en mil pedazos por menos de lo que he vivido. Porque hay personas que pueden usar sus piernas, pueden salir a trabajar y regresar después a estar con sus hijos y se sienten desgraciados. Porque he visto en el hospital a enfermos que están mejor que yo y sienten que la vida se les ha acabado. Dí gracias a Dios por hacerme fuerte, por no estar peor de lo que estoy. Porque a pesar de no poder usar mis piernas, puedo usar mis brazos y mi cerebro. Puedo usar mis manos para escribir estas palabras. Puedo respirar y comer por mí mismo. Y aunque no sé si algún día eso cambiará, todavía puedo hacerlo. Las desgracias vienen, en mayor o menor medida, es un hecho de la vida. Y estoy convencido de que nunca se nos pone una carga que no podamos soportar. Sin embargo, hoy fue un mal día para tener Esclerosis Múltiple.
Hace 15 años, cuando quise suicidarme, aprendí algo aunque tardé un tiempo en comprenderlo. Amanece todos los días. Hoy pudo haber un terremoto, un huracán devastador; pudo haber iniciado o terminado una guerra. Pero mañana amanecerá de nuevo. El tiempo continúa, el mundo y el universo continúan, no importa lo que haya sucedido hoy. Debemos aprender a ser como el tiempo, que continúa a pesar de lo que haya sucedido. Mañana será otro día, muchos lo dicen, pero no todos lo comprenden del todo. ¿Han visto un amanecer? Si lo han visto comprenderán lo hermoso que es saber que mañana se puede comenzar de nuevo, no importa lo mal que te haya ido hoy. Así que, hoy me he sentido mal, pero mañana volverá a amanecer, y tendré otra oportunidad para sentirme bien, ser feliz, hacer algo bueno, aprender algo, madurar otro poco.
Todos los días amanece, y esa es una de las verdades más maravillosas de la vida.