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29 de octubre de 2010

Amanece Todos Los Días

Hoy me levanté sintiéndome muy mal. Tanto, que cuando fui a bañarme lloré. Lloré mucho, como no había llorado en mucho tiempo, sin poder controlar mi llanto. Las lágrimas salían de mí y ellas llamaban a otras y a otras en contra de mi voluntad. Lloraba por sentirme tan mal, por estar solo, por no tener a alguien que pudiera consolarme y abrazarme para decirme que las cosas estarían bien. Recordé que extraño mucho a mis hijas y mi vida pasada cuando podía caminar y hacer muchas cosas con mis piernas, y lloré más. Vergonzosamente, lloré mi desgracia.


Pero en mi llanto, dí gracias a Dios. Le dí las gracias por hacerme tan fuerte, porque he visto a otras personas quebrarse en mil pedazos por menos de lo que he vivido. Porque hay personas que pueden usar sus piernas, pueden salir a trabajar y regresar después a estar con sus hijos y se sienten desgraciados. Porque he visto en el hospital a enfermos que están mejor que yo y sienten que la vida se les ha acabado. Dí gracias a Dios por hacerme fuerte, por no estar peor de lo que estoy. Porque a pesar de no poder usar mis piernas, puedo usar mis brazos y mi cerebro. Puedo usar mis manos para escribir estas palabras. Puedo respirar y comer por mí mismo. Y aunque no sé si algún día eso cambiará, todavía puedo hacerlo. Las desgracias vienen, en mayor o menor medida, es un hecho de la vida. Y estoy convencido de que nunca se nos pone una carga que no podamos soportar. Sin embargo, hoy fue un mal día para tener Esclerosis Múltiple.


Hace 15 años, cuando quise suicidarme, aprendí algo aunque tardé un tiempo en comprenderlo. Amanece todos los días. Hoy pudo haber un terremoto, un huracán devastador; pudo haber iniciado o terminado una guerra. Pero mañana amanecerá de nuevo. El tiempo continúa, el mundo y el universo continúan, no importa lo que haya sucedido hoy. Debemos aprender a ser como el tiempo, que continúa a pesar de lo que haya sucedido. Mañana será otro día, muchos lo dicen, pero no todos lo comprenden del todo. ¿Han visto un amanecer? Si lo han visto comprenderán lo hermoso que es saber que mañana se puede comenzar de nuevo, no importa lo mal que te haya ido hoy. Así que, hoy me he sentido mal, pero mañana volverá a amanecer, y tendré otra oportunidad para sentirme bien, ser feliz, hacer algo bueno, aprender algo, madurar otro poco.


Todos los días amanece, y esa es una de las verdades más maravillosas de la vida.


28 de octubre de 2010

De Noche Para Siempre (CIX)

Soy el tipo de persona que disfruta de la soledad y de tener su propio espacio. Vivir solo durante un tiempo fue bastante bueno para mí. Para madurar, para darme cuenta de lo cómodo que me sentía. Para extrañar a mis hijas y valorar más su compañía. Al mismo tiempo, ese año conocí a E. que era joven, hermosa y compatible conmigo. Teníamos una especie de amistad, pero que no llegaba más allá que eso. Debo admitir que yo no creía que una niña tan hermosa estaría interesada en mí, y por eso nunca insinué más que una amistad con ella. A la vez, tenía el interés de otra alumna de la cual se había hecho amiga. Dos alumnas bonitas interesadas en mí. Una separación reciente. Una locura.


Creo que siempre cometí el error de involucrar demasiado a mi familia en mi trabajo. Ese año había conseguido que mi suegra tuviera un negocio de comida dentro del colegio, y eso me generó al final muchos problemas. Si me habían echado de la casa y todo, pues era un problema de seguramente preferiría tratar en privado. Pero tuve muchos problemas debido a una mala interpretación de ella. Ese día habíamos salido a pasear cerca del colegio, las tres o cuatro alumnas con quienes había entablado amistad. Obviamente iba ella. Les invité a algo de comer, recientemente había sido día de paga. Luego de un rato cada quien fue a su casa, pero E. me contaba de algún problema que había tenido. Hoy ni siquiera recuerdo qué era. Yo la abracé, ella era corta de estatura y su cabeza quedaba en mi pecho. Es cierto, detrás de mí pudo parecer que la estaba besando, y aparentemente eso fue lo que mi suegra, que casualmente o "casualmente" se encontraba por ahí, pensó.


La leyenda cuenta que mi suegra salió a comprar algo, nos vio besándonos y regresó al colegio totalmente alterada a hablar con el director. Todo se volvió personal, el director ya no era un director sino un conocido y hasta amigo de mi suegra tratando de hacerle justicia. Obviamente nos defendimos y negamos todo lo que no era cierto, pero los problemas recién comenzaban. De hecho, no sé si las cosas hubieran sido distintas sin las acciones de mi suegra. Después de lo que pasó, hablábamos del problema con E., y fue entonces cuando admití que ella me gustaba y que me interesaba románticamente. Ella también admitió que yo le gustaba, y así comenzó algo que se convirtió en un amor de libro, pasional, irresponsable y efímero. Recuerdo que una de las primeras veces que nos vimos fuera del colegio, a escondidas, fue para hablar de ese problema con lo que decía mi suegra. No teníamos ninguna relación de pareja en ese momento, pero habíamos admitido nuestros sentimientos. Ella tomó un autobús y yo me dirigí a la Universidad. Cuando la despedí le di un beso en la mejilla. Ella me miró con extrañeza y ternura. Esperaba que yo la besara en la boca, pero al mismo tiempo creía que era algo sumamente romántico que yo me contuviera de ese modo.


No estoy seguro de por qué me contuve en ese momento, pero puedo asegurar que no fue por romanticismo.


26 de octubre de 2010

De Noche Para Siempre (CVIII)

El domingo tuve que dormir en una casa extraña, planchar mi ropa y levantarme temprano para ir a trabajar al colegio. Luego debía ir a la Universidad, ya estaba en quinto y ese año terminaría mis estudios. Sin embargo, debía regresar a mi casa (que no tenía), y averiguar dónde podría quedarme a dormir esa noche. La noche anterior había visto un cuarto de alquiler. Tenía un baño privado con agua caliente y piso cerámico. Me enamoré de inmediato. Sin embargo, no podría ocuparlo hasta el día siguiente, así que por eso dormí en otro lugar. Sin embargo, el lunes sí lo tomaría, así que debía regresar a mudar mis cosas del lugar en que estaban a mi nuevo hogar. Lo hice, todo estaba completamente desordenado, en el piso. Nada estaba en su lugar y ni siquiera tenía una cama. Estando casado llevaba años de compartir una cama, y obviamente no la sacaron de mi casa junto a lo que era exclusivamente mío.


Esa noche dormí en el suelo de mi nuevo "apartamento", sobre algunas colchas, que sí tenía. Al día siguiente debía levantarme de nuevo casi a las cinco de la mañana para llegar a tiempo a mi trabajo en Coca-Cola, antes de ir al colegio. Fue agradable entrar a mi baño privado, bañarme con agua caliente y salir temprano a trabajar. Fue un día normal en el trabajo, en la Universidad conté parte de mi historia a mis amigas, y me excusé por tener que regresar temprano a casa. En esa época realizábamos el primer informe grupal de la práctica, y todos debíamos trabajar extra. Afortunadamente me comprendieron, pero fue la única vez. Regresé a casa donde todo estaba aún tirado por todos lados, pero debía hacer algunas tareas y leer un poco, así que tomé con calma el acto de ordenar. De hecho, tardé aproximadamente una semana en terminar de ordenar todo, a pesar de tener poco y tratarse de una sola habitación. Llegaba tarde y debía levantarme temprano, pero debo admitir que vivir solo en un lugar completamente privado me hacía feliz.


Creo que dos o tres días después, mi nueva vecina me prestó una cama que tenían sin uso, y la pude agregar a mi inventario de cosas. Mis aparatos eléctricos incluían un radiograbador, una plancha y una lámpara. Sin televisión o computadora o algo más. Sin un lugar dónde cocinar. Mi ropa sucia la guardaba en una caja de cartón de la mudanza. Mi familia me comenzó a ayudar con la cena, conseguí una bolsa de cereal y leche en polvo para desayunar. El plato en que desayunaba me lo había regalado una amiga. Ciertamente tenía poco. Y sin embargo, creo que fue una época en que maduré mucho y fui muy feliz. Soy una persona que necesita privacidad, espacio y que gusta de la soledad.


22 de octubre de 2010

De Noche Para Siempre (CVII)

Que me echaran de mi casa la primera vez fue una especie de aventura. A pesar de contar ya con 24 años no medí como debía las consecuencias o implicaciones de salir de mi casa de ese modo. Tanto para mí como para mis hijas y mi familia. Yo lo disfruté. Creo que se podría citar el clásico "en realidad en el fondo lo deseaba". Y claro que lo deseaba porque todo el tiempo sentía que estaba metido en un compromiso que me incomodaba. Después vendrían las reflexiones y el análisis más a fondo, pero, después.



Sacaron mis cosas de mi casa después de haber encontrado una carta "comprometedora". Ese día aún fui a trabajar, pues consideraba inútil quedarme a pelear una pelea inútil. Un amigo me haría el favor de conseguirme un lugar donde quedarme esa noche. Pensé que sería su casa, pero en realidad pasó dejándome a un hotel. Era la primera vez que me quedaba en un hotel ,sin ser una excursión, aunque creo que lo tomé como si fuera una. Ese fue un sábado, pero al día siguiente debía ir a trabajar. Mi tío me había conseguido un trabajo fácil en la embotelladora Coca-Cola. Solamente debía supervisar ciertas cosas. Era un trabajo de media hora al día, lo podía combinar con mi trabajo de maestro. Así que me bañé en el hotel, con el jabón y el champú del hotel, salí al lugar donde estaban guardadas mis cosas a traer desodorante y partí al otro trabajo. Al menos pude tomar una gaseosa gratis para desayunar. La Universidad estaba cerca y yo sabía que estaba abierta también en domingo, así que fui allá a leer un poco y cargar mi teléfono celular. No se me ocurría en qué perder el tiempo...



Más tarde me reuní con mi madre en un centro comercial para que me invitara a almorzar algo, y me contó que habían encontrado un lugar donde podría quedarme esa noche. En la casa de unos conocidos de ella y mi abuela. El día siguiente sería lunes, y debía presentarme al colegio e ir a la Universidad, así que las cosas se complicaban un poco. Debía bañarme en casa extraña, planchar mi camisa e ir con corbata al colegio. No es lo mismo un hotel que una casa extraña. Pero esa experiencia me enseñó que cuando no tienes casa, cualquier casa es tu casa. Creo que eso me sirvió para estar después en el hospital. Al final fue una experiencia más buena que mala.


12 de octubre de 2010

De Noche Para Siempre (CVI)

Desde el año 2,002 volví a la práctica en el Instituto Justo Rufino Barrios, y N. también ingresó ese año. Desde esos momentos comenzamos a conocernos y para el año siguiente éramos muy buenos amigos y compartíamos bastante. Incluso habíamos hablado de llegar a compartir algo más que una buena amistad, pero no habíamos concretado nada. Sin embargo, en el año 2,004 y después de varias cosas, por fin lo hicimos. Sin embargo, fue una carta que ella me escribió la que hizo que mi esposa me sacara de mi casa.


Irónicamente, fue un sábado en que estaba en mi práctica en el instituto cuando mi esposa me llamó, me explicó brevemente que había encontrado (buscado) la carta, la leyó y decidió que era una mujer muy digna como para aceptar esa humillación (pero no tan digna como para no hacer una "escena" frente a su familia y la mía). Sacó mis cosas de la casa, las que no le convenía conservar, y una amiga de mi mamá hizo el favor de guardarlas mientras yo trataba de solucionar algo. Yo salí de la práctica con permiso de mi supervisor, regresé a casa a enterarme un poco mejor del problema y a agradecer que mis cosas no estarían en la calle. Debía ir a trabajar en la tarde al colegio, y consideré que no solucionaría nada quedándome en casa, pues ya no la tenía, y me fui a trabajar. Ya en el colegio hice un par de llamadas y mis mejores amigos para saber si alguno de ellos me podría dar un lugar para dormir esa noche. Esa tarde hablé con mis hijas y le expliqué lo mejor que pude, que su mamá y yo ya no éramos felices viviendo juntos. Hoy que lo pienso me doy cuenta de lo nefasta que fue esa conversación, que en primer lugar nunca debió haber existido. Pero el arrepentimiento tiene un buen lugar en algunas religiones; en la vida real las decisiones deben reflexionarse ANTES de tomarlas.


A la hora de salida del trabajo Edgar, uno de mis mejores amigos, pasó a traerme en su carro. Luego, no podía aceptarme esa noche en su casa, pero me llevó a un hotel, irónicamente un poco cerca de mi casa. Esa noche la pasé solo, sin más cosas que las que llevaba en mi mochila ese día y algunas cosas que pasé trayendo antes de ir a mi trabajo. Solo, en un cuarto de hotel. Sin cena, sin compañía, sin nada familiar. Me lo tomé como una aventura sin pensarlo. Creo que si lo hubiera pensado me hubiera sentido fatal. Además, todavía faltaban más cosas qué vivir con respecto a esa separación. Así que después de todo supongo que tomé la mejor actitud que podía. Fue una aventura de un fin de semana que me hizo crecer un poco más.


1 de octubre de 2010

De Noche Para Siempre (CV)

E. y yo nos llevábamos bastante bien. Como dije, comenzábamos a platicar y nos teníamos confianza, ella me contaba acerca de los problemas que tenía y yo le contaba algunas experiencias que había tenido en mi vida. Por alguna razón ella contemplaba la idea del suicidio, y yo utilizaba mis vivencias para tratar de explicarle que no era una opción realmente a considerar. Ese día ella había cambiado de corte de cabello, y cuando la vi me gustó más todavía de lo que ya me gustaba. Había algo en su mirada, algo había cambiado, algo se había vuelto íntimo entre nosotros dos pero no podía explicarlo. Ese día todo cambió. La vi antes de comenzar las clases, y definitivamente quería decirme algo. Sus ojos me lo decían, y yo quería decirle lo hermosa que se miraba, pero ninguno de los dos habló. Solamente nos vimos y luego cada quién caminó hacia donde tenía que estar.


Desde ese día tuvimos aún más confianza entre nosotros dos. Era obvio que algo ocurría. Sin embargo, las cosas no eran todavía románticas. En realidad éramos un grupo de alumnos y yo. De hecho, decidimos salir este mismo grupo y yo cerca del día de pago, yo les invité a algunos chocolates y todos comimos. Sin embargo, mi exsuegra nos vio e interpretó las cosas de un modo totalmente erróneo. Claro, a estas alturas del año algunas cosas habían ocurrido también en mi casa.


Desde el año anterior me había hecho muy amigo de N., e incluso habíamos hablado respecto a llegar a algo más que una amistad, pero concluimos que no. Ella me había escrito una carta en la que me agradecía mucho que le hubiera propuesto algo así, pero que lo mejor sería que no sucediera nada. Sin embargo, por pura vanidad, guardé esa carta. La guardé en un lugar con llave, donde guardo muchas de las cosas que deben de ser privadas. Y mi esposa no soportó mi privacidad, y buscó la manera de abrir ese lugar, y encontró la carta y la leyó y la interpretó un poco arbitrariamente. Ese día me encontraba en mi práctica de Psicología, y recibí la llamada de que me estaba sacando mis cosas a la calle.