El domingo tuve que dormir en una casa extraña, planchar mi ropa y levantarme temprano para ir a trabajar al colegio. Luego debía ir a la Universidad, ya estaba en quinto y ese año terminaría mis estudios. Sin embargo, debía regresar a mi casa (que no tenía), y averiguar dónde podría quedarme a dormir esa noche. La noche anterior había visto un cuarto de alquiler. Tenía un baño privado con agua caliente y piso cerámico. Me enamoré de inmediato. Sin embargo, no podría ocuparlo hasta el día siguiente, así que por eso dormí en otro lugar. Sin embargo, el lunes sí lo tomaría, así que debía regresar a mudar mis cosas del lugar en que estaban a mi nuevo hogar. Lo hice, todo estaba completamente desordenado, en el piso. Nada estaba en su lugar y ni siquiera tenía una cama. Estando casado llevaba años de compartir una cama, y obviamente no la sacaron de mi casa junto a lo que era exclusivamente mío.
Esa noche dormí en el suelo de mi nuevo "apartamento", sobre algunas colchas, que sí tenía. Al día siguiente debía levantarme de nuevo casi a las cinco de la mañana para llegar a tiempo a mi trabajo en Coca-Cola, antes de ir al colegio. Fue agradable entrar a mi baño privado, bañarme con agua caliente y salir temprano a trabajar. Fue un día normal en el trabajo, en la Universidad conté parte de mi historia a mis amigas, y me excusé por tener que regresar temprano a casa. En esa época realizábamos el primer informe grupal de la práctica, y todos debíamos trabajar extra. Afortunadamente me comprendieron, pero fue la única vez. Regresé a casa donde todo estaba aún tirado por todos lados, pero debía hacer algunas tareas y leer un poco, así que tomé con calma el acto de ordenar. De hecho, tardé aproximadamente una semana en terminar de ordenar todo, a pesar de tener poco y tratarse de una sola habitación. Llegaba tarde y debía levantarme temprano, pero debo admitir que vivir solo en un lugar completamente privado me hacía feliz.
Creo que dos o tres días después, mi nueva vecina me prestó una cama que tenían sin uso, y la pude agregar a mi inventario de cosas. Mis aparatos eléctricos incluían un radiograbador, una plancha y una lámpara. Sin televisión o computadora o algo más. Sin un lugar dónde cocinar. Mi ropa sucia la guardaba en una caja de cartón de la mudanza. Mi familia me comenzó a ayudar con la cena, conseguí una bolsa de cereal y leche en polvo para desayunar. El plato en que desayunaba me lo había regalado una amiga. Ciertamente tenía poco. Y sin embargo, creo que fue una época en que maduré mucho y fui muy feliz. Soy una persona que necesita privacidad, espacio y que gusta de la soledad.
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