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31 de diciembre de 2010

Aquí y Ahora

Estoy convencido de que el libre albedrío es la cualidad más importante que tenemos los seres humanos. No pretendo que este momento sea para discutir si este libre albedrío fue regalo de un Dios creador o no. Sólo quiero afirmar que existe, y que es tan básico en los seres humanos como el latido del corazón.


Al mismo tiempo, teorías psicológicas de la personalidad como la freudiana, afirman que el pasado es determinante e ineludible. Que nuestra niñez marca el destino clásico del que no se puede huir. Sin embargo, existen otras teorías que dicen que podemos combatirlo. Nuestro libre albedrío será capaz de vencer a ese destino escrito en la piedra trágica. Si bien es cierto que las experiencias del pasado son una influencia poderosa, la voluntad humana trasciende. Hoy, nuestras decisiones pueden cambiar toda nuestra vida.


Soy un cínico, lo admito. Pero a la vez creo que el ser humano puede cambiar. Cambiar radicalmente, ser otro. Hoy puedo creer que un criminal, un asesino, deje sus vicios y cambie su camino. Hoy puedo creer que un pandillero decida ser útil a la sociedad y a sí mismo. Y se conviertan en honestos hombres de familia. Hoy podría confiar en el alcohólico que dice haber tomado su última copa.



El pasado importa, pero no hay nada como el presente. Y no importa lo que haya sucedido antes, una decisión que se ha tomado con todo el ser, no puede cambiar. La voluntad puede derrotar toda marca, todo "trauma", todo aquello que podríamos arrastrar, podemos dejarlo como verdadero pasado. Ese alcohol, ese tabaco, esa mujer, ese hombre. Todo puede quedar atrás. A fin de cuentas, la historia de cada persona no se escribe de atrás para adelante, sino de adelante hacia atrás. Lo que podemos hacer mañana y a partir de ahora.


Aquí y ahora, termina todo lo que fue, y con tu voluntad, mañana será totalmente distinto.


28 de diciembre de 2010

Pasado y Presente

¿Qué tan importante es el pasado? Dicen que quien no conoce su historia está condenado a repetirla. También dicen que la Historia es cíclica. El pasado es importante porque nos enseña de dónde venimos, y nos enseña quiénes somos, nos llena de experiencias que nos deben enseñar lecciones de vida que, si las asimilamos correctamente, nos harán mejores seres humanos, en lo particular, y mejores sociedades y una mejor Humanidad en lo general.


Sin embargo, yo supongo que al pasado se debe acudir desde el presente. Sonará risible, puesto que no se puede acudir al pasado desde otro momento que no sea el presente, pero hay personas que parecen no saberlo. ¿Acaso no es real la frase de "vivir en el pasado"? Es decir, vivir negando o queriendo negar que la realidad es como es en el presente, y no como era en el pasado. Desear que las cosas sean estáticas, inmutables, inamovibles. Que todo cueste lo que costaba hace cincuenta años, que todos saluden en la calle, que las madres sigan vivas y la música siga siendo "tranquila". Pero eso es prácticamente imposible, las realidades cambian, la gente cambia, el tiempo fluye. Es lo que se espera, y opino que es lo deseable. Los avances tienen sentido porque nuestra calidad de vida es mejor, y somos más sanos, y tenemos más tiempo libre, y la diversión puede ser más y más segura. Claro, los seres humanos no podemos evitar ser frívolos y utilizar los avances tecnológicos para cosas inútiles, pero eso no minimiza los beneficios.


¿De verdad la vida era mejor sin, por ejemplo, la telefonía celular? Los alumnos en las aulas ponían más atención, y los accidentes automovilísticos provocados por personas hablando por teléfono no existían. Pero si yo sufría un accidente en una carretera poco transitada, seguramente moriría. Si estallaba una guerra interna en un país pequeño, nadie sabría qué ocurrió realmente. Existen cosas buenas y malas en todo aquello en lo que los seres humanos se involucren, porque somos seres duales, confundidos, grises. Mas, lo que nos salvará será el pensamiento positivo, optimista, y no ver lo malo en cada nueva cosa que hagamos. Aunque irónicamente necesitemos del pesimismo también. Cualquiera de las dos visiones es miope por sí misma. Necesita su complemento. Así como el presente no es tan maravilloso si no toma en cuenta el pasado. Ni "todo pasado fue mejor" si no lo vemos desde el presente.


¿Ha de ser cierto, no? El pasado es bonito porque pasado es, y se mira bien desde acá esa vida más simple, donde ni siquiera existía la televisión para dividir a las familias y matar la imaginación. Pero a mí me sigue gustando el agua caliente. Y escribir en mi blog.


26 de diciembre de 2010

La Libertad

Definitivamente una de las cosas más importantes de la condición humana es la libertad. A mis 30 años, aún no he terminado de comprender su valor y su verdadero significado. No he terminado de comprender en qué consiste. Creo que puedo entender la diferencia entre la libertad y el libertinaje, o dónde termina mi libertad y comienza la de mi prójimo. Sin embargo, no sé si he sido capaz de utilizar adecuadamente mi libertad.


Sé que aún me preocupa lo que algunas personas pensarán de mí. Y sé que quizá podría hacer más por mí, para alcanzar más logros de los que he alcanzado y llegar más lejos, sin necesidad de hacer daño a nadie. Sé que aún tengo miedo al fracaso, miedo a mis propios límites. Y sé que de alguna manera el miedo es lo contrario a la libertad. El miedo no nos deja ser libres, es una carga, una atadura. La persona que tiene miedo no puede ser libre.


Sin embargo, puedo afirmar, en la medida en que he crecido, en que he envejecido, he ido ganando en libertad y perdiendo en miedo. Quizá algún día llegue a ser totalmente libre. Sé que me esforzaré en hacerlo, y que he llegado a un punto más allá del que han llegado otros a mi edad. Tengo la confianza de que llegaré más lejos de lo que han llegado muchos en toda su vida. Morir libre, quién sabe qué significa realmente eso. Quizá lo descubra por mí mismo algún día, o conozca a alguien con la suficiente sabiduría. Sea como sea, si el miedo es lo contrario a la libertad, la esperanza es su mejor amiga. Y yo soy un hombre de esperanza.


23 de diciembre de 2010

Magia Magia Magia

La magia del mundo es maravillosa. La magia de todos los días, y también la que nos asombra de vez en cuando. Esa magia a la que estamos acostumbrados y la otra, la que se inventan los magos y nos hace pensar que quizá eso pueda existir de verdad.


La magia que necesitamos. Y en la que necesitamos creer. Todos nosotros necesitamos asombrarnos de algo, creer que hay algo más allá de lo que consideramos real, de lo que vemos todos los días y con lo que nos relacionamos cotidianamente. Porque es más bonito así. Un mundo sin magia no valdría tanto la pena. Existen muchas personas que quieren negar la magia, hacer desaparecer el encanto de ser sorprendidos. Que todo tenga lógica y responda a las leyes de la ciencia. Sin embargo, ¿acaso la naturaleza no es mágica en sí? Todos los días sale el sol de nuevo y eso sigue siendo infinitamente grandioso para mí. Y mientras amanece acá, anochece en otra parte de este mismo planeta en el que vivo, y me mantiene sobre él en lugar de deambular por el espacio sin asidero alguno. Vivo, respiro, mi corazón late bombeando un líquido llamado sangre por todo mi cuerpo, que lo ayuda a vivir llevando nutrientes como un río que lleva peces. ¿Qué significa todo eso? ¿Qué sentido tiene? Es mágico, misterioso, fantástico, insuperable, imposible. La vida que poseemos, ¿qué es? ¿Qué es esta conciencia que me hace ver desde mis adentros a través de dos bolitas acuosas llamadas ojos, a un mundo de seres semejantes a mí, y otros tan distintos que caminan en cuatro patas, o que tienen pico, o que incluso llevan a cabo la proeza mágica de volar? Y todo eso mientras otros seres, semejantes a mí, carecen de la capacidad de usar esos mismos ojos que son para mí algo natural.


El mundo es mágico en sí, la naturaleza es mágica en sí. Comprendemos ahora mejor los mecanismos que hacen que, por ejemplo, nuestra piel no sea verde o celeste, mas aún no comprendemos las razones y el sentido detrás de eso. Nos sorprendemos cuando un mago ante nuestros ojos hace desaparecer a otra persona, y nos olvidamos de lo sorprendente del acto de desaparición permanente: la muerte. Nos duele, es cierto, pero no nos ponemos a pensar en la magia detrás de eso. Los juegos de manos nos maravillan, y el solo hecho de poder mover los dedos, esa conexión maravillosa y extraña entre la conciencia, el cerebro, los nervios y los músculos, entre tantas cosas involucradas en el proceso, son mágicas en sí.


El mundo se ha llenado de escepticismo y quiere saber. Y eso es excelente, pero seguimos conociendo permanentemente los cómo mientras los por qués siguen siendo inaccesibles. Por eso la magia sigue existiendo. Y la fe. Seguimos necesitando y temiendo conocer la razón última. Quizá dentro de cientos o miles de años las conozcamos, y logremos trascender. Y hacer verdadera magia por nosotros mismos.


20 de diciembre de 2010

Un Sólo Tiro

Una de las cosas que más me ha hecho reflexionar respecto a las consecuencias de mi enfermedad, es que puedo decir que solamente tenía un tiro, y no lo sabía. Hay cosas que puedo hacer con mi vida aún, muchas cosas, pero existen otras que ya no puedo hacer. Que si las hice, las hice una sola vez. Y ahora no se pueden evitar los arrepentimientos.


Claro, mi posición no es privilegiada. Todos tenemos arrepentimientos. No me refiero a que mi vida sea especialmente tortuosa o algo por el estilo. Simplemente estoy diciendo que me dí cuenta de eso. Algunas personas tardan mucho más en darse cuenta de las cosas que pudieron hacer nada más una vez en la vida y en las que perdieron la oportunidad. Algunas hasta en su lecho de muerte recuerdan y quieren haber hecho más. Algunos ven a sus nietos o sus bisnietos y sienten esa aprensión.


Yo viví gran parte de mi vida sin pensar en las consecuencias de mis acciones a largo plazo. Viví mi vida como si siempre fuese a tener la oportunidad de arreglar las cosas. Si me equivocaba, tendría de nuevo una oportunidad de hacer las cosas bien. Si mi matrimonio no funcionaba, podría deshacerlo o arreglarlo de algún modo, en algún momento. Y en algún momento podría tomar mi carrera más en serio o conseguir un trabajo mejor, tener más dinero. Pero resultó no ser así. Era como si pensara que en algún momento iba a comenzar a vivir. No me daba cuenta de que desde el primer momento que tenemos en este mundo, comenzamos a vivir. Y mientras más conciencia tenemos de quiénes somos y lo que queremos en la vida, tomamos decisiones que no son provisorias, sino que hacen nuestra vida. No puedo esperar un momento especial para comenzar a vivir, porque la decisión de esperar ya es en sí una decisión de vida.


Me preocupa ver, por ejemplo, a mis hijas haciendo lo mismo. Vivir como si en algún momento, más adelante, comenzarán a "pensar en su futuro". En lo que debemos pensar es en nuestro presente. No tenemos ninguna otra cosa. El pasado ya pasó, es inalterable, y el futuro nunca va a llegar. Lo único que tenemos es una serie de presentes que se suceden uno al otro y que se van en el mismo instante en que pensamos que lo tenemos. Debemos decidir sobre nuestro presente, conscientes de que otros vendrán y cómo queremos que sucedan. No es como armar un juego de dominós que luego pondremos en marcha para "ver qué pasa". Estamos viviendo HOY y las consecuencias son inevitables. Vivimos hoy y mañana no existe. Mañana será HOY. Complicado, ¿verdad?



Aprender a configurar los presentes que es lo único que tenemos, pero sabiendo al mismo tiempo que todo lo que hacemos tendrá consecuencias. Es difícil, pero se puede hacer. De todos modos, lo que hacemos no tiene vuelta atrás, construimos en la marcha. La vida es algo tan interesante de hacer...


16 de diciembre de 2010

Diario de la Esclerosis

Ayer terminé de ver una serie japonesa llamada "Un litro de lágrimas", la cual está basada en los diarios que escribió Aya Kitou, quien padeció de Ataxia Espinocerebelosa, una enfermedad del sistema nervioso que lo atrofia y aún no tiene cura. Tanto la publicación de su diario como la serie de televisión han servido de inspiración a muchas otras personas que padecen la misma enfermedad y otras semejantes, como sería en mi caso la Esclerosis Múltiple. La serie es conmovedora, y explora el sentido que una enfermedad tan grave puede tener para una persona tan joven como Aya, que comenzó con sus síntomas a los 15 años. Su sufrimiento y su lucha perduraron y encontraron su razón de ser en las personas que han ayudado en estos años.


Para mí es un buen ejemplo y un llamado a mi consciencia. No puedo evitar sentirme eludido y comprometido a hacer algo semejante. Claro, no escribo un diario ni soy tan joven como lo fue Aya. Tengo 30 años, estuve casado y tengo 3 hijas, no se puede afirmar que aún no he podido vivir. Sin embargo, quizá mis pensamientos, experiencias y reflexiones sirvan de algo a alguien. Seguramente no me publiquen, pero la fama y la fortuna pueden quedar un poco atrás de la satisfacción de haber cambiado la vida de alguien. Llevo más de dos años escribiendo, y quizá ya cambié la vida de alguien. Con alguna crítica, alguna reflexión, alguna opinión, un buen o un mal ejemplo. Esperar el agradecimiento de esa persona sería pura vanidad, y tener dos visitas diarias al blog serían suficiente para estar agradecido, así que lo que hago, lo hago por motivos intrínsecos.


Quiero comenzar e insistir en una serie de entradas llamadas "Diario de la Esclerosis", en las que plasme mis reflexiones, experiencias, dolores y satisfacciones relacionadas directamente con mi enfermedad. Quiero hacerlo libre de vanidad y dramatismo, no quiero parecer un enfermo abnegado y luchador, porque no lo soy. Algunos creen, y me lo han mencionado, que creen que soy fuerte o me admiran. Se los agradezco mucho, pero desde hace un tiempo creo que yo no tengo más problemas que los demás, sino simplemente problemas distintos. No creo ser más heroico que los demás. Sin embargo, sí admito que he aprendido mucho como consecuencia de mi enfermedad. Sobre todo debido a las cosas que he perdido y dejado atrás. Y con lo que he ganado, aunque quizá no lo parezca.


En conclusión, quién sabe, hasta podría terminar ayudando a alguien.


13 de diciembre de 2010

Navidad en Febrero

O en marzo. O en junio. O en septiembre. No importa en realidad, se trata de cambiar la fecha, no importa por cuál.


Es el tipo de ideas que escucho en la radio. Una persona que habla de cómo la Navidad se ha convertido en una fecha sólo para comerciar y consumir, que se ha olvidado el verdadero propósito de esta celebración. Sugiere que al cambiar la fecha a la festividad, se eliminará el factor dinero, y de nuevo se recuperará el verdadero significado de la fecha. Que la idea no es tan descabellada, pues en la Biblia no figuran datos exactos, y que el cambio es posible. Esta persona siente que podría ser el precursor del cambio, que las futuras generaciones, celebrarán la Navidad perfecta y recordarán a aquéllos que les enseñaron cómo hacerlo.


Qué idea tan mala, si me permiten decirlo.


Más allá de que si es posible o no cambiar la fecha de la Natividad del Señor Jesucristo según las ambigüedades de la Biblia sin alterar el resto del año litúrgico, ¿acaso eso cambiaría en algo la comercialización de la fecha? El análisis más superfluo revelaría que los primeros en anunciar con bombos y platillos el cambio oficial de fecha de la Navidad, serian los comerciantes. Santa Clós se rasuraría y utilizaría bermudas, pero seguiría llevando regalos a los niños del mundo entero y anunciaría el refresco de moda y las ofertas de electrónicos en los centros comerciales. Cambiar la fecha no cambiaría nada. Es una idea muy ingenua, para criticarla de un modo inocente.


Muchas cosas en este mundo han tratado de ser cambiadas por las personas al cambiarlas externamente, y eso dificilmente puede ser real. No se trata de cambiar las fechas de la Navidad, hay que cambiar a la gente. ¿Quieren ser pioneros? Entonces compremos regalos con significado más que con un precio alto, y antes de darlos a nuestros hijos, hagamos una reflexión acerca del significado e importancia de la fecha, de estar juntos, de compartir en familia, de apreciar lo afortunados que somos, y que el amor es el único que de verdad nos puede salvar. El amor unido a la inteligencia.


8 de diciembre de 2010

Haciendo Trampa

Me he dado cuenta de que a muchas personas les gustan los juegos de computadora. A mí mismo me gustan, pero no soy tan bueno jugando. También he aprendido que existen "trampas", los denominados "cheats" que hacen más fáciles los juegos. Hacen que las personas que no son muy hábiles, como yo, disfrutemos más del juego. Sin embargo, me he dado cuenta de otro fenómeno, y es que hay personas que ya ni siquiera lo intentan, sino que comienzan a jugar un juego con su colección de "cheats" a la mano. Ese es el problema del que quiero hablar.


Estas personas inician a jugar utilizando trampas, ni siquiera intentan jugar, medir sus habilidades. Para mí, es como si estuvieran declarándose como inútiles antes de si quiera intentarlo. En mi opinión, estos son los verdaderos perdedores en toda regla. No hay perdedor más patético que aquél que se declara a sí mismo perdedor, para él mismo y para el mundo entero. Todos podemos intentar algo y fallar, pues no somos perfectos. Pero decidir de antemano que no podemos, que somos insuficientes o inadecuados, es convertirnos en verdaderos fracasados.


Y esto se convierte en un problema para otros aspectos de la vida. Existen personas en este mundo que buscan a otros solamente para tener sexo. El argumento de ellos muchas veces viene a ser que simplemente buscan placer físico sin compromisos. Yo sé que sí puede ser posible, pero además tengo otra teoría. Estas personas también se están declarando perdedores de antemano.

 

Aquéllos que solamente buscan tener sexo con otros, nada más que placer físico también están haciendo trampa. No se consideran capaces de tener una relación seria con alguien. No creen poder compartir intimidad con alguien, la verdadera intimidad de una relación de pareja con otro ser humano. Sobre todo no se consideran capaces de lograr que alguien se enamore de ellos. De antemano, se están declarando insuficientes, inadecuados.

 

Las personas que sólo buscan a otros para acostarse con ellos son verdaderos fracasados en toda regla, porque se declaran a sí mismos, a gritos, que no pueden hacer más.