Ayer terminé de ver una serie japonesa llamada "Un litro de lágrimas", la cual está basada en los diarios que escribió Aya Kitou, quien padeció de Ataxia Espinocerebelosa, una enfermedad del sistema nervioso que lo atrofia y aún no tiene cura. Tanto la publicación de su diario como la serie de televisión han servido de inspiración a muchas otras personas que padecen la misma enfermedad y otras semejantes, como sería en mi caso la Esclerosis Múltiple. La serie es conmovedora, y explora el sentido que una enfermedad tan grave puede tener para una persona tan joven como Aya, que comenzó con sus síntomas a los 15 años. Su sufrimiento y su lucha perduraron y encontraron su razón de ser en las personas que han ayudado en estos años.
Para mí es un buen ejemplo y un llamado a mi consciencia. No puedo evitar sentirme eludido y comprometido a hacer algo semejante. Claro, no escribo un diario ni soy tan joven como lo fue Aya. Tengo 30 años, estuve casado y tengo 3 hijas, no se puede afirmar que aún no he podido vivir. Sin embargo, quizá mis pensamientos, experiencias y reflexiones sirvan de algo a alguien. Seguramente no me publiquen, pero la fama y la fortuna pueden quedar un poco atrás de la satisfacción de haber cambiado la vida de alguien. Llevo más de dos años escribiendo, y quizá ya cambié la vida de alguien. Con alguna crítica, alguna reflexión, alguna opinión, un buen o un mal ejemplo. Esperar el agradecimiento de esa persona sería pura vanidad, y tener dos visitas diarias al blog serían suficiente para estar agradecido, así que lo que hago, lo hago por motivos intrínsecos.
Quiero comenzar e insistir en una serie de entradas llamadas "Diario de la Esclerosis", en las que plasme mis reflexiones, experiencias, dolores y satisfacciones relacionadas directamente con mi enfermedad. Quiero hacerlo libre de vanidad y dramatismo, no quiero parecer un enfermo abnegado y luchador, porque no lo soy. Algunos creen, y me lo han mencionado, que creen que soy fuerte o me admiran. Se los agradezco mucho, pero desde hace un tiempo creo que yo no tengo más problemas que los demás, sino simplemente problemas distintos. No creo ser más heroico que los demás. Sin embargo, sí admito que he aprendido mucho como consecuencia de mi enfermedad. Sobre todo debido a las cosas que he perdido y dejado atrás. Y con lo que he ganado, aunque quizá no lo parezca.
En conclusión, quién sabe, hasta podría terminar ayudando a alguien.
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