Una definición de la intimidad que me parece excelente es que es ese espacio, mental si se quiere, al que nadie puede tener acceso. Es un espacio que mantenemos exclusivamente para nosotros, no es ni siquiera un secreto: es más que eso. Este concepto no se debe confundir con el de "privacidad", que es un espacio también muy secreto, pero que se puede decir que está compartido con alguien más. Con tu familia, con un amigo, con tu pareja, con tu perro, tienes privacidad, pero a la intimidad NADIE tiene acceso.
Eso es bueno, puesto que todos tenemos un espacio de nuestra mente, de nuestra personalidad al que de cualquier forma NO QUEREMOS que nadie tenga acceso. Podemos mentir, negar, engañar, fingir, actuar, respecto a la verdad que contiene nuestra intimidad, y eso es bueno porque nos hace tolerable la interacción social, la vida misma. Hay que aceptarlo, nadie toleraría vivir con nadie si todos tuviéramos acceso a los pensamientos de los demás.
Por esto mismo, el regalo de las interacciones humanas es muy grande, y aún más grande el regalo de la privacidad. Cuando compartimos un secreto con alguien, donamos parte de nuestra intimidad a la otra persona. Ni siquiera podemos decir que el otro "entra" en nuestra intimidad, sino que somos nosotros los que decidimos que el otro puede conocernos un poco más, y eso es un regalo grandioso, si nos ponemos a pensar en ello.
Compartamos secretos, pero hagámoslo con aquellos con quienes vale la pena hacerlo, y si le damos la importancia que debemos, vamos a descubrir relaciones interpersonales más satisfactorias, significativas y placenteras. ¡Arriba la intimidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario