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17 de abril de 2009

Odio a Mis Hijos

Amo a mis hijas. Mi hija mayor, de 13 años, comienza a leer libros por su cuenta. La siguiente, de 9 años, es algo "vanidosita" al igual que yo. Mi hija más pequeña, de 2, ya tiene ciertas expresiones mías. A pesar de que por mi enfermedad ya no vivo con ellas, siguen estando muy apegadas a mí, y me gusta ver cómo me perpetúo de alguna manera a través de ellas.

Por otro lado, existe un mecanismo de defensa psicológico que se llama "proyección". Para quienes no lo conocen, básicamente se trata de que hay cosas que no me gustan de mí, y como no las acepto, lo que hago es verlas y criticarlas en los demás, cada vez que las veo. Sin darme cuenta de que en realidad son mías, claro.

Me he dado cuenta de que muchas personas parecieran tener algo en contra de sus hijos, como si no los quisieran como deberían, como si sintieran algún rencor contra los hijos. Y, observador que soy, me doy cuenta de que muchos padres detestan de los hijos actitudes y costumbres que son, precisamente, proyectadas. El padre desordenado pelea con su hijo por el "desorden que mantiene". El padre perezoso pelea con su hijo que no ayuda en la casa, no trabaja, no cumple con sus responsabilidades. El padre vicioso del cigarro, pelea con su hijo vicioso de los videojuegos. En fin, ¿ven el patrón? Los hijos siempre tendrán rasgos de los padres, y muchos padres tendrán cosas que no les gusten de sí mismos, y al verlas en los hijos crearán colflicto. Los hijos son un buen espejo, un espejo honesto y cruel. Antes de decidir tener algo en contra de nuestros hijos, deberíamos vernos en ellos y decidir si no es a nosotros mismos a quienes rechazamos.

Los padres podrían descubrir mucho de sí mismos si pusieran un poco más de atención a sus hijos, y se abriría mucho la comunicación. Aprendamos a ver lo que hay de nosotros en los demás, y aprendamos de los seres que amamos. Ellos nos enseñan cosas incluso sin hablar, incluso sin querer hacerlo.

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