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4 de febrero de 2010

De Noche Para Siempre (LXXXVI)

Esmeralda siempre fue mi amiga, una excelente amiga. Teníamos muchas cosas en común, íbamos a la práctica el mismo día (todos íbamos sólo uno o dos días a la semana, no había suficiente espacio para todos a la vez), era muy divertida y transparente. Me agradaba mucho, pero jamás pensé que ella me vería de otro modo.


El mismo día que fui a buscarla y me dijo lo de la camisa (post anterior), fuimos a conseguir unas fotocopias que ella y sus compañeras necesitaban. Yo vestía un abrigo, ella pasó su brazo por debajo de él para tomar mi cintura. Algo totalmente normal entre amigos, excepto porque luego bajó su mano y me tocó el trasero. El abrigo era largo, así que nadie se dio cuenta. Lo hizo sin hacerlo notar, y luego dijo algo como "tenía ganas de hacerlo desde hace mucho tiempo".


Fue muy sorprendente para mí, jamás pensé que yo le gustase, no podía ser cierto. Después de eso, y debido a mi casi nula reacción, ella me invitó a que fuéramos a hablar a otro lugar, sólo los dos. Me habló de su vida sexual y me fue convenciendo acerca de que podríamos involucrarnos sentimental y sexualmente. Se levantó, caminó y me dijo "te voy a besar". Fui un tonto que se quedó estupefacto y simplemente la siguió, y la besó. Luego me quedé pensando en ella y deseando seguir haciéndolo.


Días después la busqué para hacerlo de nuevo. De nuevo la besé y regresé a casa para descubrir que alguien nos había delatado, seguramente alguien en la práctica. Hubo problemas como es lógico y Esmeralda, mi amiga, terminó odiándome y deseando tenerme lo más lejos posible. Gran error de mi parte, pues hoy contaría con alguien muy especial en mi vida. Perdí una excelente amiga por un deseo sexual, y comencé a perder a mi esposa también.



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