¿Acaso necesitamos del arte? ¿Sirve para algo, el arte? La respuesta, para mí, es sumamente obvia. Creo que una pregunta más útil es: ¿Por qué necesitamos del arte? ¿Qué es lo que hace que necesitemos de la expresión artística, ya sea de su disfrute o su creación? Creo que parte de la condición humana es el reconocimiento y el disfrute de la belleza, la creación de algo nuevo y único que no se puede comparar con nada que alguien haya hecho alguna vez. Y no es nada artificial, sino natural. Una madre, por ejemplo, ha de sentir de alguna manera que hace arte cuando está por tener un hijo.
Lo seres humanos básicamente podemos dividirnos en dos: los que creemos que el mundo está lleno de belleza, y los que creen que el mundo carece de ella. Ambas son actitudes perfectamente humanas y no cabe acá discutir el origen de cada una de ellas. Y aún así, ambas actitudes aunque contrarias, nos llevan al arte. Por un lado, los que creemos que la belleza llena el mundo, vivimos tratando de crear obras (cualesquiera que fueren) que imiten o resalten o dignifiquen la belleza natural. Los otros, por su lado, tratan de crear obras que pongan en el mundo la belleza que según ellos no existe, o, irónicamente, crean obras donde se encuentra o se magnifica la belleza de la fealdad. Y el mundo de los humanos es demasiado variado como para que no haya cientos y miles de puntos intermedio entre estas mencionadas actitudes.
La consecución de la belleza es natural en los seres humanos, y es buena. Nos da la oportunidad de sentirnos más cerca de todo, del Todo, y de nosotros mismos. Más cerca de nuestra propia belleza interior.
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