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10 de mayo de 2010

De Noche Para Siempre (XCVI)

Creo que fue en el año 2,002 en que hice algo que nunca antes había hecho, ni volví a hacer. La fama que me formé, de ser un hombre que conseguía mujeres fácilmente (las tonterías que cree la gente) haría que cualquiera creyese lo contrario.



Una tarde en que me encontraba en el receso de clases, fui al lugar donde sacaban fotocopias. El lugar es ya de cierto tamaño debido a la cantidad de fotocopias que necesitamos los estudiantes, sobre todo porque muchos libros que utilizamos no son los originales. En fin, ese día había un grupo de tres mujeres, y una me llamó la atención. Sí, aún estaba casado, por si alguien quisiera hacer la aclaración. Pues resulta que la vi y me vio, la saludé y me saludó. No me lo creí, siempre he sido bastante tímido y no es "mi estilo", repito, a pesar de lo que muchos pudiesen creer.


Sin embargo, no me atreví a hablarle. Días más tarde la vi de nuevo y la seguí hasta su salón de clases. Ella estaba en primer año, yo en cuarto. Seguramente fue una aventura para ella también. Que un hombre la siguiera hasta su salón y que entrara casi al comenzar su clase para presentarse y hablar un poco con ella. Se llamaba Gabriela, Gaby. La situación resultó ser bastante tonta al final. Nos hicimos amigos, la orienté un poco respecto a las clases y otras cuestiones académicas. Nada ni ligeramente romántico sucedió entre nosotros, a pesar de que físicamente me gustaba. La encontré un par de veces más adelante en la Escuela de Psicología y nos pusimos un poco al día. La llamé un par de veces. Y fue todo lo que hubo entre nosotros. No estuvo mal hablarle ese día, pero fue lo más emocionante de nuestra relación. No fue más que una anécdota más. Lástima, hubiese sido mejor que se convirtiera en una verdadera amiga.




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