1996, comencé mis estudios de Bachillerato en Computación en el Centro de Estudios y Sistemas de Computación, CESC. Nuevo colegio, por primera vez lejos de mi casa, por primera vez mixto. Mi primaria y secundaria las había estudiado solamente con hombres. Lo cual fue irónico, porque al comenzar a estudiar ese año, resultó que éramos once alumnos en la clase, nueve de los cuales éramos hombres. Sólo habían dos mujeres, y una de ellas ni siquiera terminó de estudiar ese año, así que sólo quedó una.
Otra de las diferencias que había con los otros colegio donde estudié, es que era pequeño, no tenía áreas verdes, ni canchas, ni estacionamiento, ni muchas aulas, ni más de un nivel. Era simplemente, pequeño. El nivel y la calidad académica también me pareció que era inferior a los colegios en que estudié. Creo que fue perjudicial que, en lugar de hacerme más difíciles las cosas para obligar mi potencial, fue incluso más fácil que antes aprobar todos mis cursos y ser el primero (creo que esta vez indiscutiblemente) de la clase.
Sin embargo, debo decir que conocí algunos otros maestros interesantes, buenos en lo que hacían, y que me hicieron crecer. Recuerdo con mucho cariño a mi maestra de Literatura, quien nos llevó a ver una obra de teatro bastante experimental, llamada Juegos Absurdos. Mi capacidad de introspección y autocrítica ya estaban desarrollaadas, por lo que cuando elaboré mi informe respecto a la obra, hice algo que impresionó para bien a mi maestra. También cuando hice mi informe respecto a Hamlet. Ese trabajo me ganó más puntos de los que valía. También conocí a este maestro nicaragüense, que nos enseñó lógica. Era uno de esos maestros (quizá como yo) a los que les daba risa el "sistema". Sumamente inteligente, con muchos conocimientos, capaz de tirar por los suelos a cualquiera que lo retara en su campo. Cínico, sarcástico, de risa cruel y excelente catedrático. Hace algunos años me enteré de que lo mataron. No me extrañaría, pero espero que no sea cierto.
Otra de mis maestras que me dejaron un buen recuerdo, fue mi maestra de Contabilidad. Con ella realmente aprendí algo de la materia, y hasta le tomé cierto agrado. Pero, en realidad, la historia que se repite, ella me gustaba. La diferencia es que en realidad nos pudimos hacer amigos. Nunca pasó nada más entre nosotros, pero tuvimos una amistad que trascendió el colegio, ya verán conforme siga contando mi historia. Se llama Idalia Esperanza Villela Lara. Gracias por ser mi amiga, gracias por escribirme una vez.