Un año más se termina, el contador llegará a cero de nuevo. Pero cuando vamos terminando resulta que la cuenta es regresiva, y no al revés. Cuando el año se termina ya no avanzamos en el calendario, sino que retrocedemos en el reloj. Y hacemos un recuento de lo que hicimos durante ese tiempo. Los días que usamos para cosas buenas, acciones malas, o simplemente NADA.
Es tiempo de enfermedades y recaídas, pues la gente se deprime. Suicidios y ataques histéricos. Lo normal. Es como una muerte chiquita, en la cual las personas miramos hacia atrás y decidimos que lo que hicimos estuvo bien o mal, que quizá pudimos tomar decisiones distintas y tener un destino diferente en ese final. A veces nos arrepentimos o vemos con orgullo ese pasado.
Quienes viven su vida más activamente y con conciencia generalmente están más orgullosos. Los que viven sin darse cuenta y con la corriente siempre tienen la sensación del tiempo perdido. Al final, lo que importa es aprovechar estos pequeños finales para recapacitar respeto a la forma en que manejamos nuestra vida. Son estas fechas las que nos ayudan a abrir un poco los ojos y vernos desde fuera.
¿Tú qué sentirás hoy?
¡Feliz 2010! Otra oportunidad de hacer las cosas bien.