La ciencia, lo haga o no con esa intención, destruirá poco a poco cada uno de los mitos de las religiones. No le podemos pedir que no lo haga, así debe de ser su naturaleza. No debemos ni siquiera desear que no lo haga, pues yo opino que en la medida en que la ciencia aún no logra refutar ciertos dogmas, la fe puede seguir siendo fuerte. Como ser humano, aún no puedo concebir un mundo sin Dios, aunque me encantaría ver uno sin religión.
La ciencia debe desgranar la realidad cada vez más lejos, más específicamente, sin moral religiosa, llegando a límites que ni siquiera podemos imaginar aún. Y las personas de fe deberían de desear este cambio, este desmembramiento metódico de las creencias apócrifas que nos han atado durante siglos a algo menos de lo que podemos aspirar. La religión no pasará la prueba, definitivamente. Pero tal vez la FE sí lo haga.
A mí no me importa si es que el vino resulta siendo sólo vino, o si es que el Cielo no existe, si la reencarnación no es posible o tantas cosas más que desconozco sólo son invenciones de la ignorancia humana. Me importa que el amor, la caridad, el altruismo, la solidaridad, la compasión, el perdón, la lucha, la bondad en general, sean los pilares de la sociedad humana, de la especie humana. ¿Acaso importa si Dios tiene barba o varios brazos? Lo que importa, lo que debería importar son los valores, las acciones de los seres humanos que los hagan más humanos. Después de tanto tiempo, ya es hora de que comencemos a reflexionar acerca de que no vale la pena luchar por determinar quién es mejor, sino luchar para ser todos mejores.
La ciencia romperá con los dogmas, y eso es bueno. A nadie le debería de causar miedo que una religión se desbarate. Nuestra calidad humana no se desbaratará en tanto estemos conscientes de su importancia. Las religiones se pueden perder, pero no podemos perder nuestros valores, los que hagan que la Humanidad avance. Saber que el amor no es más que una reacción bioquímica que asegura la procreación no hace que dejemos de amar. Porque para nosotros, como humanos, el amor es algo más. ¿Acaso Dios no es algo más?
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