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21 de abril de 2010

De Noche Para Siempre (XCIV)

R.



Ella era hermosa, simpática, alegre, madura según su edad, inteligente, astuta, curiosa, sociable, honesta, responsable, despreocupada y algo malvada. Me encantó desde el principio. Espero y confío en que siga siendo así.


Me atrevo a decir que nos caímos bien desde el principio, pero no me atrevo a decir que yo también le gustaba. Prefiero conformarme con que nos llevábamos muy bien y que teníamos suficientes cosas en común y suficientes cosas distintas como para no aburrirnos el uno del otro. Yo, que me he considerado una persona "anormal" desde siempre, y que difícilmente he encontrado a personas que compartan mis gustos y/o con quienes me encuentre en sintonía, siempre he sido feliz más con nuestras semejanzas que con nuestras diferencias. Sin embargo, sé que estas últimas también son muy importantes.


En fin, lo curioso es que cometiera un error casi desde el principio de nuestra relación. Como digo, nos llevábamos bien, platicábamos muy a gusto y realmente disfrutábamos el tiempo juntos. Pocos días después de habernos conocido ya íbamos caminando del brazo. Yo me sentía no caber dentro de mí de la felicidad. Sin embargo, supongo que sentí que tanta felicidad era injusta estando yo casado, así que tuve que decirle de mi matrimonio. Nunca más volvimos a estar tan cerca. Seguimos compartiendo una amistad sumamente especial, pero definitivamente algo se perdió para siempre. Debía ser lo mejor, lo que hice. Ir con ella del brazo y sentir que estaba cerca de mí y que se tomaba de mí como una mujer que va confiando en un hombre, y sentir el orgullo de que nos vieran juntos, era demasiada felicidad como para basarla en un engaño. Hoy mismo, después de tantas cosas que han pasado en mi vida, sé que hubiera hecho lo mismo, y que esperar egoístamente a que pasara algo más (vanidoso de mí, que estoy tan seguro de que pasaría algo más) hubiera sido un gravísimo error.


En fin, sea como sea hubiese sido feliz con ella. Lo sé porque fui feliz con su amistad. Con las anécdotas que vivimos, las cosas buenas y los pleitos. Todavía es mi amiga y me aconseja con el corazón. Todavía sus palabras suenan parecido a lo que yo diría en su lugar, pero con ese toque de diferencia que la hace ser alguien más. Gracias por todo, gracias siempre.


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