Yo no soy antropólogo, ni sociólogo, ni historiador ni etnólogo, sólo soy un psicólogo dando su opinión. El otro día se me ocurrió, viendo no sé qué cosa en la televisión, que bien podríamos estar equivocados al interpretar la religión de los mayas. Es vergonzoso, pues es una idea ridícula, aunque las ideas ridículas han sido la base de muchos grandes descubrimientos. Se me ocurrió que los mayas en su gran inteligencia bien podrían haber tenido la noción de que existiera un solo Dios. Que quizá los escritos respecto a los dioses de la naturaleza, la luna, el sol, y demás, fuesen precisamente sólo escritos, interpretaciones literarias de la realidad.
¿Acaso sería posible que los mayas no creyeran que la luna era un dios? Quizá sólo comprendían su poder, su importancia, su influencia sobre la tierra y la naturaleza, pero que no llegara a la clasificación de "dios". Yo puedo comprender su importancia, apreciar su belleza y su valor para nuestra vida, y quizá sería capaz de escribirle un poema esforzándome por hacerlo hermoso, tratando de resaltar sus cualidades. Pero, si me preguntaran si es un dios, una diosa desde el concepto religioso de dios, con sus características antropomórficas y sus poderes sobrenaturales, solamente podría dibujar una sonrisa irónica en mi rostro y decir "no".
¿Pudo haber sido así para los mayas? Es decir, que estuvieran conscientes de que simplemente las fuerzas de la naturaleza fueran sólo eso y no dioses, que los escritos no fueran más que interpretaciones artísticas y creaciones literarias de la naturaleza, que los llamados ritos fuesen más parecidos a una obra de teatro que a una misa. De cualquier forma, ¿dónde termina la religión en sí y comienzan las interpretaciones, los símbolos, y qué tan conscientes están en realidad los humanos de la verdadera frontera entre el dogma y la cotidianidad? Mucha tela qué cortar, y un problema seguramente universal y actual. ¿Hasta qué punto la fe verdadera es verdadera?
No hay comentarios:
Publicar un comentario