Comencé el año 1,999 con un nuevo empleo, con novia y en el segundo año de la Licenciatura en Psicología. Debo agregar que, también con planes de casarme. Algunas personas pensarán que me casé porque "tuve" que hacerlo. Los matrimonios apresurados y repentinos casi siempre son debido a un embarazo, pero debo decir y con orgullo que el mío no fue así. Lo que no digo con orgullo es que fue una decisión no reflexionada, pero sí fue tomada con amor. Mi mamá se enteró y seguramente pensó que un bebé venía en camino, pero le dije que no y con el tiempo se dio cuenta por sí misma de que no era así.
La verdad es que no era ajeno a la idea de que tuviéramos un bebé. Mi novia y yo éramos bastante activos sexualmente y ya habíamos tenido una falsa alarma. Desde ese momento me di cuenta de que me sentía preparado para hacerme responsable de un bebé, y de que la amaba lo suficiente como para hacerlo. A finales del año anterior se me había metido a la cabeza el concepto de que ya lo compartíamos todo y que solamente nos hacía falta vivir juntos para ser un matrimonio completo. Inocente de mí, no me di cuenta de que era una ilusión muy pobre la de estar "compartiendo todo". Se necesita más para estar preparado para el matrimonio. Se necesita más que eso para antes y después de casarse. Sin embargo, el amor que sentía por ella era muy profundo y muy fuerte. Y si hubiese estado embarazada cuando creímos que así era, nos hubiéramos casado aún antes.
Así que, el inicio del 99 fue muy excitante para mí. Conocería varias cosas respecto a la docencia en general y la enseñanza a niños en particular. Algunas cosas más sobre computación, y me comenzaría a separar de mis compañeras y amigas de la Universidad. Me casaría en mayo y viviría incluso la ilusión de ver desarrollarse una nueva vida en el vientre de mi esposa. En definitiva un buen año para el corazón.
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