En el año 2,002, cambié dos veces de trabajo para conseguir uno que me permitiera realizar mis prácticas de Psicología. Hasta en mayo conseguí por fin trabajo en el Colegio Mesoamericano, que era lo suficientemente bueno. Era un colegio amplio, con árboles, muchas plantas. Muchos alumnos eran de familia adinerada, así que padecían de prepotencia, desinterés por la vida y carencia de metas. También habían muchas buenas personas, para equilibrar.
Recuerdo cómo los alumnos controlaban mucho de lo que sucedía en el colegio, con sus actitudes prepotentes, sabiendo que el dinero es el que dirige a la mayoría de las personas. Yo no era así, y supongo que eso me ha ayudado en muchas situaciones, pero también me ha impedido crecer en este mundo lucrativo. Se puede crecer con honestidad, pero yo no he sabido hacer eso tampoco.
Conocí a G., y como un juego me involucré con ella. Tenía muchos problemas, y creo que fue ahí cuando comencé a darme cuenta de que eso me gusta, porque me gusta ayudar, apoyar, proteger... pero al mismo tiempo me involucraba sentimentalmente y así es que cometía errores. En fin, tenía muchos problemas que yo no iba a solucionar. La llamé mi Princesa, y por un momento me sentí mal por fallarle y decidir continuar con mi esposa. Tomé la decisión correcta, dadas las circunstancias.
Nos besamos una sola vez. Y aunque parezca mentira fue, de nuevo, una aventura más bien platónica. Es una lástima y una verdadera pena que un matrimonio peligre por algo así. Mi Princesa, me dolió tanto su despedida. No la pude salvar.