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4 de marzo de 2010

De Noche Para Siempre (LXXXVIII)

El año 2001 fue distinto en varios aspectos, y quizá marcó el comienzo de algo, o el fin de algo. El año anterior yo había abandonado mis estudios universitarios porque sentía que había perdido mi camino, que asistía a clases por costumbre, sin vocación ni esmero.



Yo suponía, desde que dejé los estudios, que al año siguiente los tomaría de nuevo. Pensaba que sólo necesitaba un descanso y tiempo para pensar en qué sería lo mejor para mí. En el año 2,001 no me inscribí en la primera oportunidad, ni la segunda, ni en una tercera. Me di cuenta de que tenía mucho miedo. Miedo de comenzar de nuevo y fracasar, de volver a la misma actitud de antes y tomar mis estudios con indiferencia. Miedo de fallar, de demostrar que no era más que un mediocre con inteligencia.


Creo que fue recién en mayo que me inscribí oficialmente de nuevo en la Universidad. Sin embargo, no pude inscribirme en la práctica supervisada, y no porque no pudiera. Me justifiqué a mí mismo pensando que era una estrategia porque llevaba muchas clases y no quería que me sucediera lo mismo que el año anterior. Llevé nada más las clases teóricas y eludí la práctica. En realidad creo que me aterraba, pues el año anterior había sido en lo que más había fallado a mi parecer. Así que comencé mis estudios teóricos, con la idea de que me empeñaría más en hacer las cosas con vocación y consciente de que quería lograr algo profesionalmente. Afortunadamente sí pude hacerlo, y ese año marcó una diferencia notable entre las notas que había logrado los años anteriores y las nuevas, que reflejaban un poco mejor lo que realmente podía lograr.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Tres intiresno, gracias