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23 de marzo de 2010

Traumas de la Niñez

Algunas cosas me han recordado últimamente mi posición respecto a los traumas de la infancia. No creo en ellos. Durante un tiempo creí que sí existían, como muchos principiantes en la Psicología. Que sólo el análisis profundo y el trabajo arduo podía sacar a alguien de un "trauma". Hoy estoy convencido de que las cosas no son así.



Los humanos tenemos la excelente  capacidad de vivir en cualquier época en que decidamos. Así, el viaje en el tiempo solamente se puede hacer en la mente. Podemos vivir en un futuro inexistente, o viajar al pasado y quedarnos ahí. Sin embargo, el presente es el mejor y el más sano tiempo para vivir. No todos podemos concentrarnos en vivir en el presente, pero puede hacerse.


La persona "traumada" es una persona que ha decidido quedarse con un pie en el pasado y otro en el presente. Está a un paso de sanar. El psicólogo nada más debe ayudarle a dar ese paso, ayudarle a darse cuenta de que puede hacerlo. Convencerlo de que tiene el poder, la capacidad, la fuerza de darlo, por su bien. Muchas personas en el mundo pueden dar ese paso sin ayuda, sin siquiera imaginar que existe la posibilidad de quedarse con un pie atrás. Por eso los traumas no existen, porque lo normal debería ser caminar por la vida teniendo siempre los dos pies en el presente. Dejar parte de uno atrás, o traer parte del pasado siempre con uno, ha sido invento de románticos, religiosos y otras personas que luego lo han establecido poco a poco en las sociedades y culturas, resultando en que cada vez más personas se convencieron de que eso era normal y lo practicaron así.


Es debido a eso que muchas personas hoy todavía creen que nadie será como el primer amor, o que no puede llegar a ser un adulto normal aquél al que violaron, que nunca estará equilibrado un hijo no deseado, que nunca se superará la muerte de los padres (sobre todo mientras más joven se era cuando eso sucedió), etcétera.


Aquí y ahora, en contra de cualquier pensamiento, esas dos cosas son las únicas con las que verdaderamente contamos. Y debemos vivir ahí. Se puede, pero los pensamientos se deben liberar.


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