Contacta al Abuelo



Para contactar directamente con el Abuelo, puedes enviar un correo a Vantum@Gmail.com

10 de julio de 2008

La Piedra Azul (1a parte)

Hoy tuve un accidente. Me atropelló un automóvil en una calle cerca de mi casa, y es que soy un tonto… Iba caminando, pensando en mis asuntos, molesto con mi mamá otra vez, deseando que todo el mundo se muriera. Menos yo, por supuesto, porque leí en una revista hace como cinco meses, que cuando uno piensa esas cosas se hace daño de verdad, por el inconsciente y todo eso. Así que iba pensando en la forma en que me gustaría que murieran algunas de las personas que odio, cuando me atropelló un tipo. No fue tan fuerte, sino no lo estaría contando, fue más un golpe contra el costado del auto, pero igual caí al suelo y me quebré un brazo. Alguien más a quien odiar. Al dueño del automóvil gris que casi me pasó por encima.

Ya sé, se supone que ni siquiera debería de enfrentar los problemas huyendo, enojándome, pero tengo 17 y no puedo, por más que lo intente. NO PUEDO. Soy malhumorado, callado, malencarado, a veces no me dan ganas de hacer nada y de todos modos NO IMPORTA, porque NADA importa. Así que me tuve que aguantar la ida al hospital, la cara del médico y todo lo demás. Ni siquiera tuve la dicha de quebrarme el brazo con el que escribo, así estaría descansando más, pero tendría más ideas tontas dándome vueltas en la cabeza.

Nada interesante, sólo unas cuantas horas perdidas, atenciones de más en la casa, helado de consuelo. Hasta el momento en que la encontré. Iba de nuevo por la calle, esta otra vez sin enojo y con cuidado. Vi esa piedra azul transparente (¿?), me gustó y la recogí. Fui a traer lo que me mandaron a comprar, y regresé con mi pequeño tesoro de niño en la bolsa. No sé por qué me gustó tanto. El color, la forma, no sé. Yo ya no hago cosas de niño… casi nunca. Me imaginé que podría ser mágica, porque una piedra tan bonita no podría ser normal, así que cerré los ojos y le susurré un deseo: “deseo que se muera el idiota que casi me atropelló”. Me sentí bien, porque me imaginé que se moría el tipo. De una enfermedad, de un ataque, de algo rápido, que lo mataban, que lo atropellaban… Fue bonito pensar por un momento que la magia existía y que la podía usar en mi beneficio.

No hay comentarios: