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24 de julio de 2008

No Soporto tu Regla


El otro día, al hablar de lo prohibido, hablamos de lo bonito que es transgredir, y de cómo ciertas reglas se establecen arbitrariamente, aunque también se rompen arbitrariamente. Me causa gracia, porque mis años de experiencia como maestro no me dejan quitarme este tono "didáctico" que tienen la mayoría de mis escritos. Sin embargo, a la vez son reflexiones que me han llevado a conclusiones respecto a mi realidad, al mundo que me rodea y en el que vivo.

Pues algún día tuve qué preguntarme acerca del sentido de las reglas. Siempre he sido muy crítico y no puedo aceptar las cosas sólo porque sí (razón por la cual no sirvo para la religión). A mis alumnos más de una vez les dije que la regla de, por ejemplo, no ser soeces en clase, no era por simple y llana mojigatería, sino que respondía al RESPETO básico que nos merecemos unos a otros. Que no debían ser así por respeto a la idiosincrasia de cada uno de sus compañeros, y no porque tal o cual vocabulario fuese malo per sé. Así fue como fui entendiendo que las reglas existen para que exista el orden también, orden necesario para que la vida de los seres humanos en sociedad sea posible y mejor. Porque "el respeto al derecho ajeno es la paz".

¿Acaso el pecado más grande del asaltante no es el EGOÍSMO? ¿Acaso no lo es también del conductor ebrio? ¿El estafador? ¿El bullicioso? ¿El vulgar? ¿El que tira la basura en la calle? ¿El aprovechado? ¿El asesino? Todos aquellos que ponen el bienestar propio por encima del bienestar de los demás y de su propia sociedad como un todo se comportan egoístamente y provocan ese desequilibrio que causa malestar a todos. Son los que rompen las reglas. Las reglas que existen para que haya ORDEN, claro, no las reglas que también son fruto del egoísmo. ¿Hasta dónde es bueno romper las reglas? Creo que ya se contestó esa pregunta.

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