Y cuando nos dicen que nos prohiben algo, ese algo se vuelve incluso más llamativo. ¿Por qué? ¿Qué hace que nos guste tanto las cosas que nos prohiben? ¿Acaso nos gusta romper las reglas? ¿Nos hace sentir poderosos, grandes, intrépidos, rebeldes? ¿Nos atrae lo prohibido porque nos gusta lo misterioso y nos emociona el descubrimiento? Yo pienso que no necesariamente es así.
Generalmente las cosas que nos prohiben son cosas placenteras, es cierto. Por eso nos hemos hecho a la idea de que lo prohibido es "rico". Pero el asunto es al revés: "las cosas ricas se nos prohiben" y no "las cosas prohibidas son ricas". ¿Me doy a entender? Pero, ¿por qué se nos prohíben las cosas ricas? Porque muchas de estas cosas, a pesar de producir placer, resultan dañinas de alguna forma. Y se prohibe el cigarro y el licor y la pornografía y las drogas y hablar con tu amiguito ese o esa muchacha que no te va a traer nada bueno. Pero nos gusta el placer, y nuestra inteligencia disminuye a medida que aumenta el placer que nos da esa cosa prohibida. Se necesita, al parecer, cierto grado de madurez y autocontrol para comprender que ciertas cosas placenteras producen daño, y prohibírnoslas a nosotros mismo. El chocolate no es prohibido por lo común, pero cualquiera "con dos dedos de frente" entenderá que todos los extremos son malos, y que "todo con medida, nada con exceso".
Claro que existen prohibiciones arbitrarias, así como también existen, por así decirlo, revoluciones arbitrarias, pero ese debe ser tema aparte. Por lo pronto, los invito a quitarnos la idea de que las cosas prohibidas son ricas. Hay que analizar las cosas desde cero, y no dejarse llevar por lo que dicen los demás.
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