Contacta al Abuelo



Para contactar directamente con el Abuelo, puedes enviar un correo a Vantum@Gmail.com

1 de julio de 2009

De Noche Para Siempre (XXV)

Pude vivir algunas cosas nuevas estudiando bachillerato. Una de las que más marcó mi vida fue aprender a programar. Apenas me gustaba la computación, y no tenía ni un año completo desde que tuve una computadora en mi casa y pude explorar por mí mismo. Sacar el potencial que tengo como autodidacta. Resulta que la programación me gustó y la entendí. Resulté bueno para resolver problemas con código, para comprender cómo funciona un programa, para utilizar las piezas para armar nuevos rompecabezas. Crear cosas nuevas que funcionan, eso siempre me seduce.

Mi mejor amigo en esos años fue Gerardo, y compartimos muchos gustos en la música y la animación japonesa. Yo lo ayudaba en programación y me gustaba cuando acudía a mí, frustrado con un problema que no resolvía. Yo nada más cambiaba un signo, lo borraba o lo agregaba, algo sencillo y él me decía, muy molesto: "¿y con eso ya?". Me agradaba porque casi siempre el cambio que yo hacía funcionaba. Demostraba que yo sabía lo que hacía. Pero fue sólo cuestión de tiempo para darme cuenta de que sólo fui un tuerto en país de ciegos. Las cosas que se pueden hacer en programación no se comparan con las pequeñeces de que soy capaz. Sé que tengo el potencial, pero no hay nadie que me enseñe y no he tenido la verdadera necesidad de aprender. Otra cosa que quedó en el olvido.

Pero fui bueno, demostré de nuevo que hacía fácilmente cosas mejores de las que otros hacían con esfuerzo. Otra vez las cosas fueron fáciles para mí, y mi estilo de vida seguía funcionando, lamentablemente.

Ese año me fijé en una compañera de grado. Un compañero, del mismo grado también, se fijó en ella del mismo modo. Más adelante nos dimos cuenta de que teníamos el mismo gusto para las mujeres, pero no dejamos que eso se volviera un problema. En esa primera ocasión hablamos y nos terminamos riendo del asunto. Ninguno se quedó con ella, pues tenía novio y resultó ser la que abandonó los estudios ese año. Al año siguiente cada quién siguió su camino romántico, y creo que fue más por respeto que por gusto. Ahí comencé a comprender que no se debe perder una amistad por una mujer. Nunca vale la pena.

1 comentario:

Hotel ciudad Guatemala dijo...

Ohhhh las mujeres mujeres, son divinas como dice un cantante jajaja

Que bien que hayas preferido mantener una amistad ya que vale más que una mujer y no lo digo en el mal sentido que una mujer no valga, sino porque muchas veces creemos que es la indicada y vemos al final que no es así. Interesante historia.

Saludos desde el mejor hotel de Guate: Clarion suites!