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23 de julio de 2009

De Noche Para Siempre (XXXIV)

Para cuando entré a quinto bachillerato, ya había conocido mejor a Lucky, nos habíamos hecho buenos amigos y hasta le había pedido que fuera mi novia. Por supuesto, me rechazó. Me dijo que quería que nos conociéramos más. A esa edad y por capricho de mi corazón, prefiero creer que era cierto lo que decía.

Ese mismo año que ella ingresó al colegio, a quinto perito contador, lo hizo también un excompañero de mis básicos. Casualmente, el que me había puesto al apodo de Abuelo. Nunca fuimos buenos amigos, así que tampoco lo fuimos ese año, nuestro pasado en común no sirvió de mucho.

El primer día de clases, Luz, quien me había gustado mucho el año anterior antes de conocer a Lucky, me buscó. Me entregó una carta (¡a mí!) en la que me contaba cómo su novio había terminado con ella a principios de enero (aquí el año escolar comienza entre el 15 y el 20 de enero) y lo mal que se sentía y que quería hablar conmigo. Inocente de mí, me sentí emocionado al saber que la primera persona a la que acudía al terminar con él era yo, que me tenía confianza y se acercaba a mí. Ya se imaginarán que llegué incluso a pensar en que tendría una oportunidad de que fuera mi novia. Estaba feliz, y por un momento dejé de pensar en Lucky.

Sin embargo, mi emoción duró poco. Como pasa en casi todos esos casos, se acercó a hablar conmigo pero no de "nosotros", sino de lo mal que se sentía al no estar con su novio, de lo mucho que lo quería todavía y de que aún tenía la esperanza de regresar con él. Mi decepción fue grande, pero no podía dejar de ser su amigo y tratar de apoyarla. Siempre he sido así, supongo que por la vocación de psicólogo que tengo, siempre trato de ayudar.

Así que tenía dos amigas que me gustaban pero que ya me habían rechazado. Sentía que debía seguir siendo amigo de ambas, sobre todo por la esperanza de que alguna de ellas eventualmente quisiera ser más que mi amiga. Pero también por el hecho de que me agradaba simplemente estar con ellas, no estaba acostumbrado a tener amigas, a tener la atención de dos mujeres bonitas, que me buscaban tanto como yo a ellas. Me sentía como nunca me había sentido. Y todo resultó tan mal...

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