Odio la Sopa

Lo siento, a algunos les parecerá una imitación de Mafalda, pero odio a sopa. No es cliché, lo juro. De veras odio la sopa. Sobre todo la sopa caliente. Cada vez que me sirven un plato de sopa o caldo caliente, me enojo. No le tengo asco ni me enferma, simplemente me enoja y me cae mal, la sopa. No es que no me guste el sabor, sino el concepto de sopa es el que no me gusta.

No me agrada, es que no le encuentro la gracia a una comida líquida. Para mí los líquidos se toman y las comidas se comen, pero no entiendo la idea de comerse algo líquido. Que te sirvan un plato con agua y pretendan que te lo comas con un cubierto. ¿Qué es eso? Si es agua lo lógico es tomársela. Yo, por reflejo lo que hago es tomar el plato en que me sirven y acercármelo a la boca y beber como si fuera algún vaso. ¿Para qué utilizar el cubierto? Eso toma tiempo y es desesperante. Cada viaje de la cuchara es una pérdida de tiempo.

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Si es una sopa o caldo con pedazos de comida, bueno, te ayuda una cuchara o un tenedor a cazar los mencionados pedazos. Pero luego, ¿qué te queda? Un plato lleno de agua con sabor (y algo de grasa flotando). Hay que empinarse el plato y beber.

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Creo que las únicas sopas que de verdad me agradan son, la sopa de vaso, porque te la sirven en un vaso y se me hace más lógico; y las sopas sin trocitos de comida, porque son más honestas y te las bebes como el agua que son.

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No me interesa formar un Movimiento Contra la Sopa, porque no vale la pena inmiscuirse en la política por algo de comida, y porque hay millones de personas en el mundo que disfrutan de ese ilógico modo de preparar comida, y están en su derecho. Yo sólo lo denuncio y si alguien me quiere acompañar en mi dolor, será bienvenido.

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